Cuando Un Amigo Se Va…


Por Antonio Álvarez Burger

Pensar que hay tanta gente contenta, vestida de extravagancias y regocijos;
pero el júbilo de cada uno es singular, como la misma vastedad de la tristeza. Porque cuando el alma de un ser que hemos apreciado –familiar o amigo– se va de este mundo, esa pena o aflicción es tal que encontrar la palabra justa, que nos aproxime de algún modo a él, no siempre se halla con facilidad. Y esto porque el dolor suele nublar el pensamiento. 

Es lo que ha sucedido con nuestro colega y amigo periodista, Carlos Oliva Quezada, un profesional y ser humano excepcional que acaba de dejarnos. ¿Será lo más relevante resaltar lo que fue su admirable trayectoria en el ámbito de las Comunicaciones? Probablemente sí, pero ¿qué es lo que se perpetúa o se conserva? Muchos cercanos a él lo saben, lo exaltan y lo celebran. Muchos hemos lamentado su ausencia anhelando que descanse en paz, sirviéndonos igualmente –en propiedad– de figuras retóricas como la anáfora o la metáfora para subliminar los gratos recuerdos que nos vienen trepidantes a la memoria, de aquellas vivencias compartidas con Carlitos en más de algún órgano informativo de esta ciudad-capital de la Región del Biobío. 

Cuando un amigo se va, incuestionablemente se separa el llanto del alma, quedando sólo con nosotros los bellos momentos compartidos. Lo demás se queda a la deriva. Es cierto que apenas conocida la infausta noticia de su deceso, una herida se nos abrió, fluyendo vertiginosos los indelebles recuerdos. Mas, aquellas evocaciones o remembranzas se anidan en el corazón y allí se quedan. Es lo que, al menos a mí, me sucede.., más allá, bastante más allá, de cualquier expresión retórica e insulsa.

Es éste un sincero y noble homenaje póstumo al gran periodista y académico Carlos Oliva Quezada, de todos quienes tuvimos el honor de ser sus amigos, los que actualmente intentamos emular sus atributos personales y profesionales en este medio de comunicación que publica contenidos a través de internet. Es muy cierto que cuando un amigo se va, se cierra una historia y se abre una herida larga. Sin embargo, la amistad y el recuerdo no se acaban; el cariño no se acaba, es imperecedero.Todo ello dura hasta la misma eternidad… De a poco irá construyendo ese Dios un cuerpo etéreo, que en holocausto todos al reposo ofreceremos…