Mapuches y el origen: ¿Cuál es la verdad?

 

Antonio Álvarez Bürger

Ciertamente abruma zambullirse en las profundas aguas de lo ignoto, cuando se está tras la búsqueda de una verdad axiomática, inequívoca, que debiera mostrarse sin remilgos ni vaguedades ni interpretaciones ligeras o imprudentes. ¿Acaso la verdad no existe, no es una certeza absoluta cuando la evidencia está presente? ¿O acaso la verdad, a fin de cuentas, es acomodada según el cristal con que se mire? Digo esto porque, por más esfuerzos que he realizado, ante este controvertido y vital tema del origen del pueblo mapuche, no he hallado la verdad entre los historiadores…, y es así porque no hay más que versiones absolutamente contrapuestas. Llama la atención que tanto se sepa sobre la vida en Marte o acerca de las pirámides de Egipto o en torno al Hombre de Neandertal, y no haya certidumbre respecto a este asunto tan crítico.

En su obra titulada «Historia del Pueblo Mapuche (siglos XIX y XX)», el historiador y antropólogo José Bengoa se refiere a las teorías contrapuestas de Latcham y Guevara, pues mientras el primero postulaba que los mapuches en Chile habían migrado de lo que hoy es Argentina, el segundo sostenía que fue justamente al revés. Ricardo E. Latcham, arqueólogo, etnólogo y folklorista (1869-1942), fue uno de los pioneros en la etnografía mapuche de principios del siglo XX junto a Tomás Guevara. Pero con metodologías más rigurosas que las utilizadas por este último, complementó el trabajo historiográfico con el material proporcionado por informantes mapuche y la arqueología de las tres primeras décadas del siglo XX. Combatiendo las tesis de Guevara, en su libro Prehistoria chilena (1936), propuso la hipótesis del origen trasandino de los mapuches, que se habrían introducido como una cuña entre picunches y huilliches. Relativizada por la crítica arqueológica moderna, que plantea una etnogénesis mapuche más compleja, es una tesis ampliamente difundida hasta nuestros días.

Tomás Guevara (1865-1935) fue un ex combatiente de la Guerra del Pacífico, profesor normalista y rector del Liceo de Temuco. A partir de su trabajo pedagógico y su conocimiento de la realidad mapuche rural, escribió varias obras importantes y de gran influencia en los estudios etnográficos posteriores. Se lo ha considerado como uno de los primeros estudiosos del mundo mapuche. Según «Memoria Chilena», de la Biblioteca Nacional de Chile, basándose en algunos descubrimientos arqueológicos de la época planteó varias hipótesis sobre el origen del pueblo mapuche, que a su entender habría sido profundamente influenciado por las grandes culturas de la sierra peruano-boliviana. Esta tesis fue combatida por Latcham y desmentida por la arqueología del siglo XX. Sin embargo, sus mejores trabajos fueron los que realizó sobre la base de informantes mapuche que conoció en Temuco, así como estadías que realizó en comunidades de la zona de Cholchol, al oeste de la misma ciudad.

 Bengoa escribió que «hay una cierta evidencia de que, alrededor de los años 500 a 600 a.C., ya existía una cultura que se puede denominar mapuche”. Agregó que «En esta discusión de que los mapuche no son chilenos hay una paradoja, porque hay quienes dicen lo mismo en Argentina, que no son argentinos y que son invasores desde Chile… Por último, hay antecedentes, entre ellos registros arqueológicos, que muestran que los mapuches han vivido desde hace siglos a ambos lados de la Cordillera. Por lo tanto, no hay tal invasión. Lo que pasa es que se mira el pasado como si Chile siempre hubiera existido, y el Estado se formó después de la colonia, y hasta esa fecha los mapuche se movieron por el territorio sin ser de uno u otro lado».

 No obstante, no hay precisión sobre cómo se originó la etnia, y menos una sincronía o confluencia entre los investigadores de la historia respecto a este tópico. El arqueólogo austríaco, Osvaldo Menghin, manifestó en 1909 que los mapuches se habrían originado en la Amazonía y que habrían emigrado, pasando por el centro de Argentina, y cruzado la Cordillera de los Andes. Se apoyaba en los rasgos de su cultura, semejantes con los de un grupo de la Amazonía. Por su parte, Francisco Urzúa Prieto («Pompeyo Prieto»), historiador nacional, miembro de la Facultad de Historia, Geografía y Ciencia Política de la Universidad Católica de Chile, sostiene tajantemente que «la raza mapuche no es originaria de Chile». Añade que «está científicamente comprobado que este beligerante pueblo es de origen asiático, y que ingresó a territorio americano por el Estrecho de Beering; fue bajando por América hasta llegar a las pampas argentinas, desde donde ingresó al sur de lo que sería posteriormente Chile». Según él, «los mapuches fueron tan invasores como los españoles, teniendo frente a estos sólo el mérito de haber llegado antes. Pero originarios no son. Respecto de su contribución o aporte genético en la conformación racial del pueblo chileno, no fue tal». Sobre esto último, el académico azteca, Francisco Lizcano, de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), calculó que el 52,7% de los chilenos sería «criollo», el 39,3% mestizo, y el 8% restante, indígena.

En contraposición a lo aseverado por Urzúa Prieto, Pablo Escobar, audiovisualista y músico nacional, fundador de ANAC, del Movimiento Representación Ciudadana y del Pacto Constituyente por Chile, manifestó: «Según él (Pompeyo Prieto), el arribo al Continente desde Asia ya los deja como inmigrantes. Entonces podríamos considerar a toda la raza humana como inmigrantes del mundo y sólo originarios de África, porque la migración desde ese continente hacia Europa y Asia permitió los asentamientos humanos que dieron paso a las civilizaciones de la antigüedad y las sociedades modernas. El asentamiento de un pueblo en un lugar durante cientos o miles de años, que no ha tenido a otros antes que ellos, les otorga tal denominación». Luego dijo que «los indígenas que viven en el sur son los herederos únicos del legado ancestral de quienes poblaron por primera vez este continente». También afirmó que si se revisaban los textos históricos, se encontraría que tanto mapuches como huilliches y otras tribus de esta parte del continente, sí se mezclaron con los inmigrantes y colonos españoles. «A veces consensuado», repuso, «la mayor de las veces obligado, ya que los españoles no traían al principio a sus familias y violaban a destajo. Asimismo, las redadas que hicieran los mapuches terminaron con el rapto y violaciones de mujeres españolas llegadas en las siguientes expediciones y después del colonialismo». Terminó expresando que aunque quisiera suavizar sus conceptos de «blanqueamiento de la sociedad chilena», había que dejarle muy en claro a Urzúa Prieto que «esta sociedad es un quiltro lleno de cruzamientos».

Otro autor no ajeno a este disentimiento es Óscar Fonck Sieveking, autor del libro «Apaches, Comanches, Mapuches». En él intenta igualmente dejar en claro el origen remoto de estas razas. «He podido establecer, sin lugar a dudas», dijo durante el acto de  presentación de su obra en Santiago, el año 1981, «el origen del nombre Chile, en el Golfo de Chili, al norte del Mar Amarillo, entre Corea y China… Aseguro que desde ahí provienen los antepasados de los mapuches, debido a que en el Mar de China, más al sur del Mar Amarillo, existe una isla llamada Hua-Ping-Su, donde encontramos la palabra Huapi, que corresponde al nombre de isla en mapuche».

El periodista y escritor Pedro Cayuqueo, autor de algunos libros sobre la realidad del pueblo mapuche en Argentina y Chile, tiene también su propia verdad. En palabras del historiador Fernando Pairicán (prologuista de una de las obras de Cayuqueo), aquel «mantiene algunas matrices de sus libros periodísticos anteriores». Cita historias de despojo territorial, la violencia del racismo y la sobrevivencia de un pueblo a la adversidad. Según él, Cayuqueo, desde muy joven se incorporó al movimiento autonomista como militante, luego fue creador de medios de difusión de ideas con los periódicos Azkintuwe y MapucheTimes, y más tarde de programas de televisión como Kulmapu. Dice Pairicán que Cayuqueo «ha estado intentado responder en todos sus textos a una pregunta fundamental: «¿En qué momento surgió el conflicto entre el pueblo mapuche y el Estado chileno?». Refiere que en su último libro apunta a que la diversidad es la fortaleza del pueblo mapuche: «Para quienes deseen adentrarse en la amplitud y heterogeneidad del movimiento mapuche, este libro es un buen relato para iniciarse. A lo largo de The Wallmapu podrán leer entrevistas a dirigentes mapuche que desean construir la autonomía y a otros que apuestan por un Estado plurinacional. En definitiva -subraya Fernando Pairicán- «el libro último de Cayuqueo nos va entregando una perspectiva desde lo mapuche, en relación con la construcción del Estado a partir de las contingencias recientes. No obstante, con la emergencia de las escrituras mapuche y sus propuestas políticas para construir, como dice el autor, «una ruca donde podamos caber todos», aquello va cambiando. Si será la autodeterminación  o un Estado plurinacional  la madre de todas las batallas para los pueblos originarios en el actual proceso constituyente, dependerá de la acción colectiva de los habitantes de Wallmapu. Citando las palabras de Cayuqueo, el historiador mapuche concluye: «Chile debe pasar del Estado-nación del siglo XIX a un moderno e inclusivo Estado plurinacional del siglo XXI. Es decir, de una mediagua estrecha, incómoda, a una ruca espaciosa y amable donde por fin entremos todos».