El presidente de Rusia, Vladimir Putin, aseguró este jueves que no hay razones para que los rusos se alarmen por la caída del rublo, que ha alcanzado su nivel más bajo desde marzo de 2022.
Putin afirmó ante la prensa en Astaná que “la situación está bajo control” y que “no hay motivo para el pánico”, al referirse al desplome de la moneda, el cual, según los analistas, está relacionado con la invasión de Ucrania y las sanciones occidentales. No obstante, el presidente señaló que la caída del rublo se debe a “factores estacionales”.
La declaración de Putin se produce tras el anuncio del Banco Central de Rusia (BCR) de suspender hasta finales de año la compra de divisas extranjeras en el mercado interno, con el objetivo de reducir la fuerte devaluación del rublo. Según el regulador, esta medida busca “disminuir la volatilidad en los mercados financieros”.
En la última semana, el rublo se desplomó hasta alcanzar los 108,01 unidades por dólar, una caída de 2,73 rublos respecto a la cotización previa. El euro se cotizó a 113,09 rublos, mientras que el yuan chino superó los 15 rublos. Esta caída refleja una pérdida cercana al 10 % de su valor desde las elecciones presidenciales de Estados Unidos, celebradas el 5 de noviembre, y se acerca a los mínimos históricos registrados en marzo de 2022, cuando comenzó la guerra en Ucrania.
El BCR indicó que continuará con la venta de divisas extranjeras para reforzar el Fondo de Bienestar Nacional, mientras que la reanudación de las compras será evaluada en función de las condiciones del mercado financiero, posponiéndolas hasta 2025.
Entre los factores que han acelerado la devaluación del rublo, los analistas destacan las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos, como las que afectaron a Gazprombank y otras entidades financieras rusas el 21 de noviembre. Estas restricciones golpean directamente a los exportadores y reducen la entrada de divisas al país. El Departamento del Tesoro de EE. UU. señaló que Gazprombank juega un papel clave en la compra de material militar para Rusia, lo que ha incrementado las sanciones contra la entidad y sus filiales en el extranjero.
A esta situación se suman las tensiones militares entre Rusia y Ucrania, que incluyen el uso reciente del misil hipersónico Oréshnik por parte de Rusia, en respuesta a los ataques ucranianos con misiles de largo alcance fabricados en Occidente.
Factores internos también han contribuido a la presión sobre el rublo, como el aumento de los gastos presupuestarios y el cierre del ciclo fiscal a finales de noviembre.
La depreciación del rublo ha sido una constante desde el inicio del conflicto en Ucrania, y la inflación oficial en Rusia se sitúa en un 8,5 %, aunque algunos economistas estiman que la cifra real podría ser tres veces mayor. Además, los precios de los productos básicos han experimentado incrementos significativos en los últimos meses, lo que ha intensificado las críticas al Banco Central por parte de funcionarios y economistas.
Desde septiembre, la moneda rusa ha seguido perdiendo valor, agravada por las altas tasas de interés, fijadas en un 21 %, lo que podría conducir a un estancamiento económico junto con una inflación descontrolada.
El mercado de divisas también ha experimentado cambios importantes: en junio, la Bolsa de Moscú dejó de operar con dólares y euros tras las sanciones impuestas por Estados Unidos, y la gestión de las tasas de cambio oficiales fue transferida al Banco Central.
SOJ