La región con más tradición industrial del país encabeza hoy la tasa de desocupación más alta de Chile. Un 10,1% de cesantía en el trimestre julio -septiembre de 2025 , por sobre el promedio nacional del 8,5% , según la Encuesta Nacional de Empleo (INE). No se trata solo de un mal dato coyuntural, sino de la expresión de un problema estructural : baja productividad, inversión incierta y escasa innovación.
La explicación es clara. En un año, la fuerza laboral creció un 2,5%, pero la creación de empleo solo un 1,0% . Resultado: la población desocupada aumentó en 18,3% . Más personas buscando trabajo, menos empleos de calidad disponibles. En el Biobío, donde la base productiva se apoya en la industria manufacturera, la logística, la celulosa, la pesca y la construcción , la falta de dinamismo en la inversión y la innovación se siente con particular crudeza.
El diagnóstico: tres hechos que no podemos ignorar
Primero , la cesantía dejó de ser cíclica. El desajuste entre oferta y demanda laboral refleja brechas de habilidades y proyectos de inversión que no logran madurar. Segundo, la productividad manda. Sin avances sostenidos en productividad total de factores, los empleos formales se vuelven escasos. El Biobío depende de sectores donde la eficiencia, la logística y la adopción tecnológica determinan la competitividad. Tercero , la innovación sigue subinversionada. Lo recordaba este viernes el análisis de La Segunda , citando al reciente Premio Nobel de Economía 2025 Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt por su teoría de la destrucción creativa. Las economías crecen cuando las nuevas ideas reemplazan a las viejas, cuando la competencia impulsa la renovación.
Su mensaje es claro: la innovación es un multiplicador del futuro . Según sus estimaciones, cada punto adicional del PIB en innovación genera entre 0,5 y 1 punto extra de productividad en una década. Es la diferencia entre el estancamiento y el salto adelante.
Productividad y crecimiento regional
Chile mantiene un rezago prolongado en productividad, y el Biobío no es la excepción. La región, que durante décadas aportó un porcentaje relevante del PIB nacional, hoy ha perdido participación relativa , en parte por la falta de inversión en infraestructura estratégica y por la ausencia de incentivos potentes a la I+D+i. La productividad no depende solo de cuánto producimos, sino de cómo producimos. Sin capital humano calificado, sin infraestructura logística moderna y sin un ecosistema de innovación articulado entre universidades, empresas y Estado, cualquier esfuerzo se diluye.
Un presupuesto regional que desbloquee proyectos
Frente a este panorama, es urgente incrementar el presupuesto de los Gobiernos Regionales , especialmente del GORE Biobío , orientándolo hacia la etapa de preinversión. Hoy los mayores cuellos de botella no están en la ejecución de obras, sino antes de colocar la primera piedra : perfiles, estudios de factibilidad, ingeniería, permisos y participación ciudadana. Sin recursos para destrabar esas fases, los proyectos no despegan.
Propongo medidas concretas:
1. Fondo Regional de Preinversión (FRP): cofinanciar perfiles y diseños de infraestructura con alto impacto en empleo y productividad.
2. Unidad Técnica de Destrabe (UTD): un equipo especializado que acompañe proyectos estratégicos desde su formulación hasta su licitación.
3. Compras públicas pro -innovación: reservar parte del presupuesto regional para desafíos tecnológicos que vinculen empresas locales con universidades.
4. Volver a crear una agencia de Innovación (INNOVA Biobio), El piloto de descentralización que reorganizó las instituciones y las líneas de financiamiento para el desarrollo productivo, desatendió la innovación y nos llenó de promesas incumplidas.
Innovar no es gastar más, es crear más
La innovación debe volver a ocupar el centro de la agenda económica regional. No como eslogan, sino como política económica estructural. El retorno de la inversión en innovación no es inmediato, pero sí acumulativo y sostenible. Una economía que innova genera mejores empleos, mayor productividad y más inversión privada.
El Biobío tiene las condiciones para liderar este cambio: universidades de excelencia, talento técnico, tradición industrial y un ecosistema científico consolidado. Lo que falta es una institución visible que canalice esas capacidades.
Hacia un hub de innovación y desarrollo para el Gran Concepción
Volver a instalar la innovación en el centro de la agenda regional exige crear el Hub Biobío I+D+i , con tres componentes:
1. Distrito de Innovación: un espacio urbano y tecnológico entre Concepción, Talcahuano y Hualpén, con infraestructura, conectividad y normas especiales para empresas tecnológicas.
2. Área de Desarrollo Exclusiva (ADE): inspirada en la propuesta del Nobel Paul Romer, con un estatuto especial para proyectos de I+D+i . Beneficios tributarios acotados, tramitación ágil y obligaciones de impacto social y ambiental.
3. Demanda temprana regional: el Gobierno Regional y los municipios deben plantear desafíos públicos anuales (transporte, energía, gestión hídrica) que las empresas y universidades locales puedan resolver mediante innovación aplicada.
Crecimiento con identidad
El Biobío no necesita reinventarse, necesita reconectarse con su vocación de creación y producción . La innovación es la palanca que puede transformar un 10,1% de cesantía en una oportunidad de salto cualitativo.
Con un presupuesto regional robusto, políticas de preinversión efectivas y un hub de desarrollo que articule conocimiento y empleo, la región puede volver a liderar el crecimiento industrial y sostenible de Chile . El desafío, como bien recordaba el Nobel, no es gastar más, sino atreverse a crear más.
Augusto Parra Ahumada
Ingeniero Comercial
Presidente de la Fundación República en Marcha





