Casi sin darnos cuenta pasó un mes donde pusimos el foco en las personas mayores. En muchos casos se pudo reconocer el importante aporte y la construcción de la sociedad que habitamos y también el nuevo escenario de envejecimiento rápido progresivo que vive nuestro país. Sin embargo de forma dramática nos encontramos con que una persona mayor fallecida fue encontrada luego de un año. Un hecho espantoso que pensamos que ocurre solo en países de la vieja Europa pero que poco a poco tiñe nuestra realidad de una cierta indiferencia y sobre todo de una soledad no deseada qué afecta a más de medio millón de personas mayores. Entonces, ¿nos preguntamos si estamos realmente en condiciones de vivir el nuevo escenario que arroja los últimos datos del censo? Cuál es la mirada de inclusión que tenemos frente al envejecimiento? Qué valor le damos a la experiencia adquirida la otra vez de los años? Cuando visualizamos los rostros de televisión con personas que precisamente no son jóvenes y lo mismo ocurre en las isapes y en los bancos. podemos decir que hay una mirada a la altura del desafío del envejecimiento poblacional?
Parece ser que el paisaje social no tiene espacio para las personas mayores, quiénes son abiertamente marginados por cuestiones asociadas a la edad muchas de ellas desde los estereotipos y prejuicios que sutilmente hemos ido aceptando, sin ninguna evidencia que lo sostenga.
Morir solo y sin que nadie se dé cuenta de ello, es el espejo de nuestra sociedad. Debemos asumir entonces que un país que avanza aceleradamente al envejecimiento, no tiene conciencia de los cambios que es urgente abordar ahora. Uno de ellos es la soledad no deseada y el aislamiento social que se consolidan imperceptiblemente en el último tercio de la vida frente a una sociedad que paradojalmente se caracteriza por la facilidad en los medios de comunicación.
Siendo este fenómeno una realidad dramática que pone en riesgo alimentario a los mayores que viven solos y que aumenta su vulnerabilidad al punto de morir en Soledad sin que nadie lo advierta, debiera ser una meta a superar el corto plazo, más allá de las celebraciones artísticas y culturales que están presentes en el mes de octubre conocido como el mes dedicado a las personas mayores. Naturalmente que como toda problemática, ésta es el resultado de acciones mixtas, por un lado, de un entorno que no tiene espacios de inclusión y que no reconoce el valor de la experiencia, pero por otro lado, la falta de preparación para el envejecimiento. Así entonces resulta muy importante advertir algunas prácticas que favorecen el desarrollo de vínculos profundos entre las que podemos mencionar
Ubicar en nuestro entorno cercano a personas mayores solas y visitarlas, pero sobre todo tener una forma de auxilio frente a situaciones de emergencias.
Fortalecer a grupos sociales de ayuda y visitar regularmente a nuestros conocidos, parientes y vecinos.
Aprovechar las innovaciones informáticas que permiten instalar en los teléfonos apps que monitoreen el comportamiento de las personas mayores para establecer patrones atípicos que generen una alerta de respuesta del sistema de protección social.
Acostumbrarnos a incluir a los adultos mayores en las actividades cívicas sociales y sobre todo familiares.
Apoyar metodologías innovadores que provoquen la integración intergeneracional como un activo de fortalecimiento de cohesión social.
Finalmente asumir que un mes para preocuparnos de las personas mayores puede ser una gran oportunidad para tomar conciencia y avanzar hacia una nueva y mejor longevidad
Dr. Patricio Torres Castillo
Secretario General de la red RIEs GAUDIUM
Docente universidad Santo Tomás





