Biobío Impulsa la Transparencia Orgánica: SAG Capacita a Comercializadores para Proteger al Consumidor y el Sello Verde


En un esfuerzo por fortalecer la cadena de valor de los productos orgánicos y asegurar la confianza del consumidor, el Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) de Biobío convocó a comercializadores del Gran Concepción a una clave jornada de capacitación. El foco: el Sistema Nacional de Certificación de Productos Orgánicos, una herramienta fundamental para la correcta comercialización bajo las denominaciones de «orgánico», «biológico» o «ecológico».

Roberto Ferrada, Director Regional del SAG de Biobío, enfatizó la importancia de este conocimiento para quienes se dedican a la venta de estos productos. «Es crucial que los comercializadores de productos calificados como orgánicos dominen la normativa vigente, para que puedan exigir a sus proveedores el cumplimiento irrestricto de las exigencias», señaló Ferrada. Esta exigencia se materializa a través de la certificación, un aval que garantiza la condición orgánica del producto y que es emitido por una entidad certificadora inscrita en el SAG.

«El registro oficial de estas entidades está disponible en nuestra web, www.sag.cl, lo que asegura el respeto de los principios agroecológicos en la producción y el proceso, garantiza una calidad de producto diferenciada y minimiza la posibilidad de fraudes o engaños en la comercialización», añadió el directivo, subrayando el compromiso del SAG con la protección del consumidor y la integridad del sistema.

Del Campo al Consumidor: El Camino de la Certificación Orgánica

Ferrada explicó que para que un producto silvoagropecuario reciba la denominación de orgánico, ecológico o biológico, debe provenir de un proceso productivo donde se hayan aplicado rigurosamente los requisitos y protocolos establecidos en el reglamento y la norma técnica vigente. Estos productos, ya sean de origen agrícola, pecuario o forestal, se caracterizan por no utilizar agroquímicos sintéticos, favorecer los ciclos biológicos naturales, aumentar la biodiversidad y potenciar la vida del suelo, aspectos que los diferencian de la producción convencional.

Para los consumidores, el SAG Biobío hizo un llamado a la vigilancia: al adquirir productos orgánicos, ecológicos, biológicos o aquellos que utilicen los prefijos ECO o BIO, es fundamental revisar que en su etiqueta figure el sello oficial chileno que identifica a estos productos. Alternativamente, se puede solicitar el certificado oficial que avale la condición orgánica.

«En el caso de productos envasados, el consumidor debe fijarse en la etiqueta, que debe tener una definición clara de su condición de orgánico, identificada por el sello oficial, pudiendo también exigir el certificado que avale tal condición, emitido por una entidad certificadora inscrita en el SAG. Para los productos frescos sin empaque, como verduras, la utilización del sello no es obligatoria; no obstante, deben estar separados de los productos convencionales y contar con letreros que informen claramente su calidad orgánica», detalló el director regional.

Dos Vías de Certificación y un Sector en Crecimiento en Biobío

La certificación orgánica chilena contempla dos sistemas principales, ambos fiscalizados por el SAG:

  1. Sistema de Certificación de Tercera Parte: Requiere que los organismos de certificación (nacionales o extranjeros, públicos o privados) demuestren el cumplimiento de formalidades y protocolos técnicos y profesionales para ingresar al Registro de Entidades Certificadoras de Productos Orgánicos.
  2. Sistema de Certificación de Primera Parte (o Certificación Participativa): Permite que las Organizaciones de Agricultores Ecológicos se autocertifiquen y se registren ante el SAG para utilizar la denominación orgánica en sus productos, siempre y cuando cumplan con la normativa vigente de Agricultura Orgánica.

En la región del Biobío, el sector orgánico muestra un notable dinamismo. Actualmente, se encuentran registrados 37 productores orgánicos y 19 procesadores. La producción está liderada por cultivos como los arándanos, con 419 hectáreas certificadas, y la manzana, con 205 hectáreas. Asimismo, destaca la recolección de maqui silvestre como producto forestal no maderero, abarcando una superficie de 696 hectáreas, lo que subraya el potencial y la diversidad de la oferta orgánica en la región.

SOJ