En Chile se crea Proceso Metodológico que Permite una Visión Más Precisa de las Zonas Sísmicas Activas

Impacto terremoto 27F 2010 en Concepción.

Investigadores han desarrollado y aplicado con éxito una novedosa aproximación metodológica que promete revolucionar la comprensión del comportamiento sísmico en diversas regiones del planeta. La geofísica Catalina Morales-Yáñez presentó este avance hace unas semanas en la reunión anual de la European Geosciences Union (EGU), celebrada en Viena.

La innovación radica en la aplicación de una «inversión bayesiana transdimensional en dos dimensiones espaciales», una técnica estadística sofisticada que, si bien ha sido utilizada en múltiples áreas de investigación como la economía, había sido escasamente explorada en el campo de la sismología. Su implementación exitosa en el centro-norte de Chile y en California, dos zonas caracterizadas por una elevada actividad sísmica, marca un hito en la determinación del «valor b».

La particularidad de esta metodología, al aplicarse al cálculo del «valor b», reside en su capacidad para ofrecer soluciones con un menor sesgo. Esto significa que los resultados obtenidos dependen casi exclusivamente de los datos sísmicos utilizados, lo que otorga una mayor fiabilidad y robustez a las interpretaciones.

El «valor b» es un parámetro fundamental en sismología que cuantifica la relación entre la magnitud y la frecuencia de los terremotos, conforme a la Ley de Gutenberg-Richter. Esta ley postula que los sismos de menor magnitud ocurren con mucha mayor frecuencia que los grandes eventos. El «valor b» no solo provee una herramienta para entender la recurrencia de terremotos de distintas magnitudes, sino que también ofrece información crítica sobre las condiciones geológicas subyacentes de una región.

Por ejemplo, valores bajos de «b» suelen ser indicativos de zonas con mayores tensiones acumuladas en la corteza terrestre, un factor que se asocia directamente con la posibilidad de terremotos de mayor magnitud. Por el contrario, valores altos de «b» sugieren regiones donde predominan pequeñas fracturas o una mayor heterogeneidad en el subsuelo, lo que dispersa la energía en sismos de menor escala.

Científicos han enfatizado que las áreas donde el «valor b» exhibe variaciones espaciales son de particular relevancia. Estas anomalías pueden estar relacionadas con procesos geodinámicos complejos, como la acumulación diferencial de tensiones, la presencia de fluidos en profundidad o la existencia de estructuras geológicas profundas. En consecuencia, esta nueva metodología se perfila como una herramienta invaluable para la evaluación del peligro sísmico, el monitoreo de cambios tectónicos y el diseño de infraestructuras sismorresistentes. Además, la mejora en la comprensión de los riesgos asociados a los terremotos que ofrece este método aportará información más precisa para la planificación urbana y las estrategias de mitigación en zonas expuestas a una alta actividad sísmica.

SOJ