Por estos días, medios de prensa dan cuenta de una nueva mala noticia que golpea la economía, particularmente de la Región del Biobío. La empresa pesquera PacificBlu anunció el cierre de operaciones, lo cual se hará efectivo a partir de enero de 2026, cuando comience a regir el nuevo fraccionamiento industrial en la pesquería de la merluza común.
En esta oportunidad, no sólo hablamos de un nuevo cese de operaciones de una empresa ligada a un sector industrial tan tradicional como relevante para la región. Ahora sumamos a nuestro territorio más de 800 trabajadores que se verían afectados directamente, más otros 2.400 indirectos, perdiendo capacidad industrial histórica de nuestra región y con ello, empleo formal y desarrollo económico productivo regional. Lamentablemente, pareciera que esto ya no es novedad, en el contexto de una evidente desindustrialización regional, que se suma al todavía reciente cierre de operaciones de Huachipato, más la serie de cierres de otras plantas productivas y establecimientos comerciales de larga tradición regional, como empresas textiles, zapateras, aserraderos, comercios tradicionales, entre un preocupantemente largo etcétera.
Frente a ello, cabe preguntarse de manera urgente qué hacer para reimpulsar el desarrollo productivo territorial del Biobío, asumiendo que ello constituye tarea compleja, condicionada por diversas variables económicas, sociales, culturales y tecnológicas y donde la construcción de competencias competitivas que dan lugar a ello supone un profundo proceso de aprendizaje socio productivo que, dándose en períodos usualmente largos y merced a grandes esfuerzos de transformación estructural, no podemos permitir perder frente a la deslocalización y desindustrialización productiva imperante en la región.
Preocupa qué hacer con las competencias que tradicionalmente se han desenvuelto en un territorio tradicionalmente industrial manufacturero como el Biobío y visualizar si contamos con la capacidad territorial para capitalizar recursos y conocimientos tradicionalmente construidos en plazos muy largos, generando competencias internas y sustentables, creando a partir de ello nuevas capacidades locales, que valoricen esas competencias con efectos positivos relevantes para el desarrollo económico territorial.
Emerge así el desafío de emprender con urgencia una mirada prospectiva y de vigilancia tecnológica, situando a los agentes económicos hacia escenarios futuros, en función de estrategias que fortalezcan a la región, no con un enfoque planificador ajeno al mercado, sino con una lógica de identificar las fuerzas de mercado y aprovecharlas en función de una preparación de capacidades y fortalecimiento del territorio.
En este sentido, combinar visión prospectiva y vigilancia tecnológica podrían propiciar una sinergia que potencie y reactive el desarrollo productivo del Biobío, para ajustar políticas y estrategias acorde a las especiales competencias construidas históricamente en nuestro territorio y que por cierto, ya no podemos permitir seguir perdiendo.
* Ariel Yévenes Subiabre, académico Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Andrés Bello sede Concepción