Casi medio siglo después de su fallecimiento, la sombra de la duda planea nuevamente sobre la muerte del Premio Nobel de Literatura, Pablo Neruda. Familiares del poeta se reunieron hoy en el Ministerio de Justicia y Derechos Humanos, un encuentro que ha insuflado nuevas esperanzas en la búsqueda de la verdad tras la recepción de un metaperitaje que revela una «inusual concentración de agentes tóxicos» en sus restos.
El jefe de la cartera, Jaime Gajardo, con cautela pero con firmeza, señaló que si bien «todavía no se puede esclarecer las circunstancias de la muerte», este nuevo antecedente, aportado por la familia querellante, está siendo analizado exhaustivamente junto al Ministerio del Interior. La información contenida en el metaperitaje, recibido a finales de marzo, sugiere una concentración anómala de sustancias que podrían sustentar la tesis de una muerte no natural.
La cronología de los hechos añade una carga sombría a estas revelaciones. El deceso de Neruda ocurrió pocos días después del golpe de Estado de 1973, un período marcado por una brutal represión y sistemáticas violaciones a los derechos humanos. El ministro Gajardo, con la crudeza de la memoria histórica, planteó la inquietante posibilidad: «Esto pasó muy pocos días después del golpe de Estado y por lo mismo… no descartamos que también le puede haber ocurrido algo parecido a Pablo Neruda». La referencia a la tortura de Víctor Jara resuena como un escalofriante recordatorio de la barbarie de la época.
La subsecretaria de Derechos Humanos, Daniela Quintanilla, reafirmó el compromiso del Gobierno, mandatado directamente por el Presidente de la República, de avanzar con urgencia en el Plan de Búsqueda de víctimas de graves violaciones a los derechos humanos durante la dictadura. En este contexto, el caso Neruda, aunque emblemático, se inscribe en un esfuerzo mayor por desentrañar la verdad y hacer justicia. «Tenemos equipos jurídicos con un amplio conocimiento respecto de las estructuras represoras y los patrones macrocriminales que acompañaron… el actuar en general de estos organismos represores. Y eso es lo que nosotros queremos poner a disposición de la familia», aseguró Quintanilla.
La subsecretaria destacó la colaboración del Poder Judicial y la voluntad del Gobierno de poner todas las herramientas institucionales al servicio de esta causa, que, si bien ha tenido un largo y complejo recorrido judicial, podría revelar vínculos con el aparato estatal, tal como se sospecha en muchos otros casos de víctimas aún sin justicia.
Para Paola Reyes, abogada y sobrina de Pablo Neruda, este nuevo escenario representa un punto de inflexión en la búsqueda de la verdad. «Si bien es cierto, han sido arduos años de trabajo, hoy creemos que estamos en una posición muy distinta de esclarecer la verdad en torno a ámbito y circunstancias que rodean la muerte que esta parte se puede asegurar que efectivamente corresponde a un asesinato de Pablo Neruda».
La familia Neruda agradeció el compromiso del Gobierno, depositando su esperanza en que los resultados del metaperitaje se traduzcan en una muestra fehaciente, no solo para Chile, sino para el mundo entero, de que la muerte del insigne poeta no fue por causas naturales. La verdad sobre el destino de Pablo Neruda, un símbolo de la cultura y la voz de un continente, sigue siendo una deuda pendiente que clama por ser saldada.
SOJ