El polvo de ladrillo de Munich fue testigo de un momento tan inesperado como electrizante, protagonizado por el tenista chileno-alemán Diego Dedura-Palomero (549°). En el torneo ATP 500, este joven jugador de 17 años, llegado al cuadro principal como «lucky loser», no solo selló una victoria sorprendente ante el canadiense Denis Shapovalov (29°), sino que también desató una celebración que rápidamente se viralizó.
Tras el retiro de Shapovalov con el marcador 7-6 (2), 3-0 a su favor, Dedura-Palomero explotó en una euforia incontenible. Su festejo alcanzó un punto álgido cuando, con el pie, trazó una cruz sobre la arcilla para luego lanzarse sobre ella, emulando la imagen de Jesucristo resucitado.
La emoción era palpable en sus palabras tras la hazaña: «No puedo expresarlo con palabras. Estoy tan feliz. Tuve dificultades todos estos años y conseguí la invitación para la ‘qualy’. Gané contra McDonald, del top 100, el sábado, y luego perdí contra Bublik. Tuve mala suerte porque entraron tres ‘lucky losers’ y yo fui el cuarto. Así que estuve esperando todo el lunes y entonces Monfils se retiró. Me abrazó y fue muy amable. Entré y me dije: ‘Diviértete, siente el público y juega tu mejor tenis’. Y eso hice».
La historia de Dedura-Palomero en este torneo es de película. Tras caer en la clasificación, la fortuna le sonrió al ingresar como uno de los «perdedores afortunados» debido a las bajas de último minuto. Su victoria ante un Top 30 como Shapovalov, sumada a su peculiar y memorable celebración, lo han catapultado a la atención del mundo del tenis, marcando un debut inolvidable en un torneo de esta categoría. Este joven chileno-alemán ha demostrado que, a veces, la perseverancia y una pizca de suerte pueden abrir puertas inesperadas en el competitivo circuito profesional.
SOJ