Por Felipe Cartes. Cientista Político, Magister en Relaciones Internacionales, Seguridad y Defensa ANEPE
Corre el día del 21 de noviembre del 2024 y nos enteramos de una de las noticias más importantes para la historia y el cambio que generará en la estructura del conflicto Ruso Ucraniano.
Nos referimos específicamente a la respuesta rusa al Ataque Ucraniano con Misiles intercontinentales de origen inglés. La respuesta de Rusia fue ciertamente sin ningún tipo de tapujos y esperas lanzando desde cán un Misil Balístico Intercontinental (ICBM) RS-26 clase “Rubezh” contra la ciudad ucraniana de Dnipro.
Este ataque no sólo redefinirá los límites de los enfrentamientos militares convencionales, sino que también pondrá en jaque las bases de la seguridad internacional esto debido a que es un ataque inédito en la historia reciente y de todas formas cuestiona la eficacia de los organismos multilaterales como la ONU y demuestra que la creciente fragmentación global, hará cada vez más complejo controlar y/o contener las ambiciones de las grandes potencias.
El uso de un ICBM cargada con explosivos “no nucleares” envía un claro mensaje a toda la comunidad internacional: la era de la disuasión estratégica comienza a posicionarse cada vez más. Esto debido a que Rusia ha utilizado un ICBM destinado al uso “nuclear” por lo su uso, no sólo desafía a Ucrania, sino que también a la ONU, OTAN y el derecho internacional que ha intentado prevenir una escalada catastrófica del conflicto que como vemos, no ha logrado el éxito esperado.
Históricamente este tipo de ataques ha generado cambios de paradigma en el sistema internacional y estamos seguros de que éste no será la excepción. Ejemplos de esto fueron Corea en los años 50’s o la invasión a Kuwait por Irak en los 90’s fueron grandes demostraciones de cómo las superpotencias y los organismos internacionales respondieron de manera conjunta y decisiva, hoy, sin embargo, el escenario es completamente diferente ya que tanto EE. UU. China y Rusia diluyen los esfuerzos de una solución multilateral.
Viendo lo anterior, la reciente elección de Donald Trump como el próximo presidente de EE. UU. Nos hace plantearnos la siguiente pregunta ¿Cuál será la postura del nuevo mandatario con esta guerra de alta intensidad? Este analista prevé que Trump optará por una estrategia de máxima presión por sobre Rusia priorizando los intereses norteamericanos que por sobre los colectivos.
Debemos tener en consideración la poca probabilidad de que se genere una respuesta coordinada que considere a la OTAN y la ONU, ya que recordemos que el fin de estas organizaciones es coordinar los conflictos de manera multilateral, pero al estar exacerbados los ánimos unilaterales, su intromisión sólo demostraría la debilidad latente que tienen estas organizaciones en los conflictos armados modernos.
Si bien en el horizonte se prevén posibles sanciones para Rusia, esto también plantea riesgos significativos más aun donde las tensiones entre potencias alcanzan niveles críticos y la falta de estrategia coordinada podría derivar en una escalada incontrolable, sin considerar que otras potencias puedan entrar a este conflicto, como China, lo que desestabilizaría la balanza de poder.
Por ende, el uso de ICBMs y la reelección de Donald Trump son dos eventos que, aun que parecen desconectados entre sí, están ligados en la mirada a futuro y las implicancias para el orden internacional. El uso de este misil balístico socava las normas que han mantenido una “paz relativa” en la nuestra era moderna, mientras que la reelección no consecutiva de Trump podría privilegiar un enfoque unilateral y la postura fuerte por sobre el sistema internacional. Es por ello y en vista a los acontecimientos que podemos aseverar que la comunidad internacional y la ONU tienen dos posibilidades, adaptarse o sucumbir ante la anarquía internacional de un mundo cada vez más caótico.