La ciencia es un lenguaje universal que nos permite descifrar el mundo desde distintas disciplinas. Su verdadero impacto trasciende los laboratorios y los espacios académicos: es la base invisible sobre la que se sostiene el progreso en casi todos los aspectos de nuestra sociedad. Constituye la columna vertebral de innumerables profesiones y campos del saber.
En el Día Nacional de las Ciencias, no solo celebramos a quienes las protagonizan, sino también a la comunidad que se forma en torno a ellas y a los vínculos que hacen posible su avance. Las ciencias básicas como la biología, química, bioquímica, microbiología y genética, son un motor silencioso de innovación que impulsa a otras áreas. Comparten un lenguaje común capaz de encender la chispa de revoluciones en ingeniería, alimentación, agricultura y salud. Ese diálogo constante entre disciplinas crea un ecosistema de conocimiento interconectado, donde un hallazgo en un campo puede abrir la puerta a soluciones inesperadas en otro.
Las ciencias fundamentales entregan la comprensión profunda que permite adaptarnos a los cambios, gestionar los recursos de manera sustentable y responder con ética a las necesidades de la comunidad. Invertir en su enseñanza no es solo un ejercicio académico: es apostar por profesionales más competentes, versátiles e innovadores. La ciencia proporciona el alfabeto con el que médicos, enfermeras, kinesiólogos, fonoaudiólogos, nutricionistas, psicólogos, veterinarios, entre otros, leen e interpretan la vida.
Comprender un proceso fisiológico para identificar el origen de una enfermedad o desarrollar una vacuna, alcanzar una producción sustentable de alimentos o impulsar la recuperación del medio ambiente, son logros posibles gracias a los cimientos que entregan estas disciplinas. Pero también son el lenguaje que permite su difusión a públicos diversos. Más allá de los datos, la ciencia cultiva el pensamiento crítico y la capacidad de resolver problemas, competencias esenciales para cualquier profesional.
Celebrar la ciencia es, en definitiva, reconocer su presencia silenciosa pero fundamental en cada avance que mejora nuestra calidad de vida, y en cada profesional que, con su trabajo, protege a las personas y al planeta.
Claudia Aracena y Felipe Contreras
Académicos Instituto de Ciencias Naturales
Universidad de Las Américas, Sede Concepción