Quiropraxia en Chile: avances, desafíos y el camino hacia su inclusión en el Código Sanitario

Cuando pensamos en quiropráctica, la imagen típica es una camilla, un paciente boca abajo y un “crack” de articulaciones. Sin embargo, la quiropraxia moderna ha evolucionado hacia un enfoque integral que busca regular el sistema nervioso, prevenir enfermedades y potenciar la capacidad natural del cuerpo para adaptarse. Antes vista como una técnica para “acomodar huesos”, hoy se asemeja más a afinar la central eléctrica que coordina todo el organismo. Un dolor lumbar puede relacionarse con la postura y también con el intestino; un mareo crónico, con los ojos o el oído interno.

En la práctica, las maniobras de un quiropráctico formado pueden parecer bruscas a simple vista, pero en realidad se caracterizan por ser movimientos muy cortos, precisos y, en general, con poca rotación. Además, antes de realizar cualquier ajuste, los profesionales calificados aplican tests de seguridad específicos para descartar contraindicaciones y garantizar la protección del paciente.

La nueva generación de quiroprácticos emplea evaluaciones neurológicas, sensores de variabilidad cardíaca y análisis vestibulares para encontrar el origen de los problemas. Así diseñan terapias personalizadas que pueden incluir ejercicios oculares, estimulación vestibular o técnicas de respiración. No siempre es necesario un ajuste de alta velocidad: existen intervenciones suaves y precisas que activan el sistema nervioso sin manipular bruscamente las articulaciones. La quiropraxia basada en neurología funcional actúa como puente entre disciplinas, colaborando con médicos, kinesiólogos, dentistas, nutricionistas y psicólogos para abordar condiciones como fibromialgia, colon irritable, bruxismo o vértigo.

El sistema nervioso autónomo —que regula temperatura, digestión y sueño— rara vez recibe atención en chequeos médicos. Su desregulación puede provocar desde ansiedad hasta dolor crónico. Herramientas como el test de variabilidad cardíaca permiten identificar si el cuerpo vive en alerta constante o si ha perdido capacidad de recuperación. Esto orienta intervenciones que pueden mejorar la calidad de vida.

En Chile, precisamente la quiropráctica enfrenta el desafío de consolidarse como profesión de la salud reconocida y regulada, pues no cuenta con un marco legal que defina su ejercicio y estándares de formación. No está incluida en el Código Sanitario, lo que impide su reconocimiento oficial y la creación de normativas que aseguren calidad y seguridad. El 30 de agosto de 2023 ingresó al Senado el proyecto de ley (Boletín N° 16.236-11) que busca modificar el artículo 112 para incorporarla entre las profesiones médicas o afines. El 5 de septiembre fue enviado a la Comisión de Salud, pero desde entonces no registra avances y sigue en primer trámite constitucional.

La ausencia de regulación genera una oferta heterogénea de servicios, con diferencias en calidad y respaldo científico. Además, urge integrarla de forma segura y complementaria al sistema de salud, fomentando investigación, educación continua y trabajo interdisciplinario. Hoy la quiropráctica incorpora tecnología como láser terapéutico, softwares de análisis funcional y dispositivos de medición neurológica, que mejoran la eficacia y permiten seguir objetivamente la evolución del paciente. En un contexto de salud personalizada y preventiva, el quiropráctico del futuro —y en muchos casos, del presente— se perfila como especialista en leer y regular el sistema nervioso antes de que aparezca la enfermedad. No se trata solo de apagar alarmas, sino de evitar que se enciendan.

*  Glenn Bailey Lolas, socio fundador de la Sociedad Chilena de Neurología Funcional