¡Habemus Papam! La histórica chimenea de la Capilla Sixtina ha escupido la esperada señal: una columna de humo blanco se eleva hacia el cielo, anunciando al mundo que el Colegio Cardenalicio ha elegido al sucesor de San Pedro. Tras intensas deliberaciones que se extendieron desde ayer, 7 de mayo, los cardenales electores han depositado su voto, designando al nuevo líder espiritual de la Iglesia Católica. La elección se produjo en la cuarta votación, un hito que evoca la rápida elección de Juan Pablo I.
La Plaza de San Pedro, un hervidero de fe y expectación, estalló en júbilo al vislumbrarse la fumata blanca. Miles de fieles, con los ojos fijos en la chimenea, rompieron en vítores y aplausos, celebrando el momento trascendental. Para alcanzar el papado, el elegido debía obtener una mayoría cualificada de dos tercios de los votos del cónclave, es decir, al menos 89 sufragios.
La tradición marca que el anuncio oficial del nombre del nuevo pontífice se realizará en breve. Será un cardenal de alto rango, Dominique Mamberti, quien desde el balcón central de la Basílica de San Pedro, la «logia de las bendiciones», pronuncie las solemnes palabras en latín: «Habemus Papam» (Tenemos un Papa). Acto seguido, revelará el nombre de pila del elegido, también en latín, y el nombre pontificio que ha escogido para guiar a la Iglesia. La primera aparición pública del nuevo Papa y su bendición «Urbi et Orbi» se esperan desde la misma logia.
«¡Habemus Papam!», resonaba con fervor la multitud congregada en el Vaticano, impaciente por conocer la identidad del nuevo pastor de la grey católica. Decenas de miles de personas ya se habían congregado en la plaza cuando las primeras volutas de humo blanco danzaron en el aire, desatando una ola de aplausos y gritos de alegría.
A medida que el humo se hacía más denso y persistente, las campanas de la Basílica de San Pedro repicaron con fuerza, confirmando la trascendente noticia. Los cánticos se intensificaron entre la multitud, mientras una riada de fieles se apresuraba a cruzar los controles de seguridad, convergiendo hacia el epicentro de la celebración: el balcón desde donde el nuevo Papa se mostrará al mundo.
El eco de la elección papal trascendió los muros del Vaticano. En España, las campanas de la Catedral de la Almudena en Madrid y de la majestuosa Sagrada Familia en Barcelona también se unieron al repique festivo, marcando este momento histórico.
El Papa Francisco legó una Iglesia en proceso de modernización, y ahora el nuevo pontífice se enfrenta al desafío de continuar el camino trazado por el primer Papa americano o imprimir un nuevo rumbo, quizás hacia posiciones más conservadoras. El mundo aguarda con expectación la primera aparición del nuevo líder del catolicismo, ansioso por conocer su rostro, su nombre y la dirección que tomará la Iglesia en los años venideros.
SOJ