El anhelado descanso de Semana Santa ha comenzado con una nota sombría en las carreteras del país. El primer balance oficial reporta la lamentable pérdida de dos vidas en accidentes de tránsito, marcando un inicio trágico para un período que debiera ser de reflexión y recogimiento.
A pesar de los llamados a la precaución, la masiva movilización de vehículos desde la Región Metropolitana, cifrada en al menos 233 mil según Carabineros y 244 mil según el Ministerio de Obras Públicas (MOP) hasta el mediodía, ha estado acompañada de incidentes fatales.
Las cifras de fiscalización revelan un preocupante patrón de conductas de riesgo. Carabineros ha controlado a más de 18 mil conductores a nivel nacional, cursando más de 600 infracciones. Las principales causas detectadas son el exceso de velocidad, la omisión del uso del cinturón de seguridad y la negligencia al no utilizar los sistemas de retención infantil, factores directamente vinculados a la gravedad de los accidentes.
La imprudencia al volante se agrava con el alarmante número de conductores que han sido sorprendidos bajo los efectos del alcohol y las drogas. En los más de 3.500 exámenes realizados, 46 personas fueron detenidas: 40 por conducir bajo la influencia del alcohol y 6 por consumo de drogas.
Este primer balance de Semana Santa nos enfrenta a una dura realidad: la necesidad urgente de internalizar la responsabilidad individual al conducir. La alegría del viaje y el anhelo de compartir con familiares y amigos no deben verse empañados por la tragedia evitable de los accidentes de tránsito. Cada vida perdida es un recordatorio doloroso de que la seguridad en las carreteras es una tarea de todos, donde la prudencia y el respeto por las normas son el único camino para un feriado seguro.
SOJ
