Chile es hoy el principal exportador mundial de cerezas: pasó de unas 3.000 hectáreas el año 1980, a más de 70.000 en las actualidad

La cereza es la fruta producida en Chile más exportada en términos de valor, en un sector tradicionalmente dominado hace sólo algunos años por las exportaciones de manzanas y uvas. El crecimiento que reflejó su producción en las últimas dos décadas ha sido realmente increíble. La dinámica que presentó la actividad es digna de ser contada. Hace unos 20 años las exportaciones alcanzaban poco más de 10.000 toneladas y hoy ya se proyectan las 650.000 toneladas. Es un dato más que elocuente de lo que puede hacer un país y sus empresarios cuando se ponen a trabajar en conjunto en pos de un objetivo común.

La cereza en Chile no siempre se caracterizó por entregar cifras tan alegres. Los comienzos fueron lentos, no por falta de interés de los consumidores, sino más bien por factores como la sensibilidad de su árbol y flor a las enfermedades, que demoraron su despegue. Pero una vez que tomó vuelo, nada la detuvo. Chile se encumbró como principal exportador a nivel mundial. La aparición de China como destino marcó un antes y un después en la historia de este cultivo en nuestro país y el mundo. Hoy más del 90% de las exportaciones de cereza chilena tienen como mercado al gigante oriental, cuyo apetito por este fruto parece ser insaciable.

En los años 60 y 70 la cereza se consumía durante el corto periodo en que estaba madura, y su abastecimiento era limitado, abarcando sólo los alrededores de Santiago y algunas otras localidades como Romeral (cerca de Curicó), Quinchamalí (cerca de Chillán) y San Pablo, (cerca de Osorno). Eran tiempos en que los árboles de cereza se caracterizaban por su gran altura, lo que dificultaba su recolección. En los años 70, un viverista de Curicó llamado Jacques D’Abiqué, introdujo variedades y portainjertos a Chile. “Este señor tuvo la gracia de hacerse amigo de Roberto Rosauer, dueño de un reconocido vivero que estaba en la Patagonia argentina, en el Valle de Río Negro. D’Abiqué le compró plantas de portainjertos y un par de variedades que se transformaron en señeras en la industria de la cereza de los años 80: Bing y su polinizante Van, de alta capacidad de exportación en aquella época”, recuerda Gamalier Lemus, asesor de frutales de carozo y nogales, quien trabajó durante décadas en el Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA), en una entrevista realizada a la revista Visión. 

En definitiva, Chile pasó de poco más de 3.000 hectáreas de cerezas el año 1980, a más de 70.000 en la actualidad. Ello ocurrió porque zonas viníferas, plantaciones de manzanas y uva de mesa, entre otros, se reconvirtieron sumándose resueltamente al negocio de las cerezas