Una nueva fórmula para estimar las probabilidades de vida inteligente en el universo ha surgido para competir con la famosa ecuación de Drake, postulada en 1961. Astrofísicos de la Universidad de Durham, Reino Unido, acaban de publicarla en la revista Monthly Notices of the Royal Astronomical Society. La ecuación de la vida inteligente más famosa fue postulada por el físico Frank Drake. Aunque no fue formulada realmente con el fin de estimar de manera detallada algo, sí es considerada una de las primeras herramientas para orientar el conocimiento sobre los factores asociados a la generación de especies inteligentes en otras partes del universo.
La fórmula esencialmente decía que el número de civilizaciones en el universo (más específicamente, en la Vía Láctea) con las que se podría entablar comunicación, estaba determinado por la tasa de formación de estrellas adecuadas para el surgimiento de vida, por la porción de estrellas con sistemas planetarios, el número de planetas con condiciones adecuadas para la vida, la fracción de planetas con vida donde surge vida inteligente, la fracción de civilizaciones inteligentes con la capacidad de desarrollar tecnología de comunicación, y finalmente la duración de esas civilizaciones.
La histórica ecuación de Drake de 1961
Aunque los números que resultaron de la ecuación indicaban altas probabilidades de comunicación y se realizaron varias pruebas, sólo se recibió silencio. De la ecuación de Drake surgió la Paradoja de Fermi, que se resume en una irónica pregunta: si la probabilidad es tan alta, entonces ¿dónde está todo el mundo? La ecuación, en conjunto con la paradoja, condujeron a la hipótesis del Bosque Oscuro, que responde lo siguiente: «Están escondidos porque se temen unos a otros».
Aunque tiene ecos de la ecuación de Drake, la nueva fórmula es mucho más rigurosa y fue construida con un enfoque muy diferente. La ecuación de Drake buscaba calcular el número absoluto de planetas con observadores (seres inteligentes). Por su parte, la nueva fórmula calcula la probabilidad de que un observador cualquiera (por ejemplo, un humano) se encuentre en una versión determinada del universo, caracterizada por ciertas propiedades específicas. En otras palabras, no busca calcular el número de seres inteligentes en nuestro universo, sino la probabilidad de que nos hallemos en un universo determinado, específicamente en uno propicio para la vida.
La importancia de las estrellas
Las estrellas son interesantes para el cálculo de la presencia de vida inteligente porque, si ésta existe, es probable que como nosotros se encuentre en planetas que orbitan soles. Las estrellas surgen a partir de la acumulación de hidrógeno y helio en un punto específico del espacio. Su nube molecular colapsa sobre sí misma e inicia un proceso de fusión. De su disco de acreción surgen los planetas y, con suerte, la vida en ellos. Ahora bien, nuevas observaciones sugieren que este proceso inicial está influenciado de manera importante por la cantidad de energía oscura en la galaxia (la energía oscura es la supuesta responsable de la expansión del universo).
El nuevo enfoque implica calcular la fracción de materia que finalmente acaba formando parte de estrellas a lo largo de toda la historia del universo para diferentes densidades de energía oscura. El modelo predice que esta fracción sería aproximadamente del 27 % en un universo eficiente en la formación de estrellas, en comparación con el 23 % de nuestro propio universo. “Esto significa que no vivimos en el universo hipotético con las mayores probabilidades de producir formas de vida inteligente. O en otras palabras, el valor de la densidad de energía oscura que observamos en nuestro universo no es el que maximizaría las posibilidades de vida, según el modelo”, afirma el comunicado.
“Para que la vida se desarrolle, tendría que haber regiones en las que la materia pueda agruparse para formar estrellas y planetas, y tendría que permanecer estable durante miles de millones de años para permitir que la vida evolucione. La astrofísica de la formación de estrellas y la evolución de la estructura a gran escala del Universo se combinan de una manera sutil, para determinar el valor óptimo de la densidad de energía oscura necesaria para la generación de vida inteligente”, se lee en el comunicado de la Royal Astronomical Society.