Al menos 25 fallecidos en Pakistán tras explosión en una estación de ferrocarriles. El atentado suicida revela la crisis de seguridad en el país

Un atentado suicida en la estación de trenes de Quetta, capital de la provincia de Baluchistán, ha dejado al menos 25 muertos y decenas de heridos. El ataque, reivindicado por el Ejército de Liberación de Baluchistán (BLA), ha conmocionado al país y ha puesto de manifiesto la creciente violencia en esta región.

La explosión, ocurrida en la mañana del sábado, causó escenas de caos y destrucción. La estación quedó repleta de escombros, sangre y pertenencias personales de las víctimas. Entre los fallecidos se encuentran 14 soldados, lo que evidencia el objetivo del ataque contra las fuerzas de seguridad paquistaníes.

El BLA, un grupo separatista que lucha por la independencia de Baluchistán, ha justificado el atentado argumentando que los soldados eran un objetivo militar legítimo. La organización acusa al gobierno central de Islamabad de explotar los recursos naturales de la región sin beneficiar a la población local.

Un ciclo de violencia

Baluchistán, una provincia rica en recursos naturales pero empobrecida, ha sido escenario de un conflicto armado durante décadas. Los ataques contra las fuerzas de seguridad y los proyectos de infraestructura son frecuentes, y el BLA ha sido señalado como responsable de muchos de ellos.

La violencia en Baluchistán se ha intensificado en los últimos años, en parte debido al creciente involucramiento de China en proyectos de infraestructura en la región, como parte de la Iniciativa de la Franja y la Ruta. Los separatistas baluchis ven estos proyectos como una amenaza a su identidad y a sus intereses.

Consecuencias del ataque

Este último atentado pone de manifiesto la fragilidad de la situación de seguridad en Pakistán y la necesidad de abordar las causas profundas del conflicto en Baluchistán. El gobierno paquistaní ha condenado el ataque y ha prometido llevar a los responsables ante la justicia.

Sin embargo, la violencia en Baluchistán no parece tener fin a corto plazo. Los expertos advierten que la región sigue siendo un polvorín y que cualquier escalada del conflicto podría tener graves consecuencias para la estabilidad de Pakistán y la región en su conjunto.