La tiene difícil el fiscal Armendáriz en el caso del compañero Monsálvez. Hasta el defensor más torpe le va a plantar una duda razonable a los jueces; si la dama en cuestión dice que no recuerda nada ¿cómo es que asegura que se trató de un evento no consentido? Si el ceñudo persecutor trata de apuntar a una violación -sin pruebas materiales y con alcohol de por medio- lo van a hacer polvo, lo que explicaría la tardanza en una formalización.
Por lo leído en la prensa, un beso robado un mes antes del “evento”, no fue suficiente compensación a los ascensos y arreglos de sueldos que -a la víctima- le proporcionara el compañero, en una exhibición de inmoralidad funcionaria y abuso de poder que debiera concluir con él en la forma de cadáver político. Cruelmente, la formalización podría solicitar sólo arraigo domiciliario total… en su hogar… y en compañía de su esposa.
Vamos al detonador de la conducta de los actores: Un “Catedral” tiene -mínimo- 150 cc de pisco de 40° (un litro de pisco = 1000 cc). Dos catedrales -y media- es suficiente para que el espíritu abandone el cuerpo por lo menos un par de días. No se necesita de drogas para liquidar una voluntad… y tampoco se ha dicho que hayan “asujetado” a la víctima para obligarla a beber. Por su parte, con casi 60 años de edad y dos catedrales y media, ni con un “sanguche” de Viagra ¡p’oh! Puros ladridos de gato ya que, si calza 39 nomás, necesita colaboración para tales escarceos.
Dicen que la dama depone que, al día siguiente de aquella noche, le dolía la cabeza, y que Manuelito le dio un par de tabletas. Señala que rehusó un evento complementario matinal y se fue del hotel. En cambio -y con el mismo consumo- el compañero Monsálvez quedó “raja” y no fue a un evento al que debía asistir en calidad de Ministro de Interior subrogante. Y eso que su abogado dijo que ella no bebía. Para ser la primera vez que la mina tomaba, salió harto firme como para salir caminando a la mañana siguiente ¿verdad? Además -y seamos hon estos- a los 60 años de edad, o se toma o se tiene sexo, pero ¿ambas? ¡difícil!
En todo caso, es de resaltar la sensación de asquerosidad que el supuesto suceso entre un hombre y una mujer ha ocasionado en la Moneda. ¡Un asco! Afortunadamente, la prensa informa que la diputada del FA Marcela Riquelme pone las cosas en su lugar, al enfrentar una denuncia por abuso sexual en contra de otra mujer, algo más normal para quienes nos gobiernan, así es que no provoca tanta escandalera.
En nuestra Región, en 2015, bajo el segundo gobierno de Bachelet, el SEREMI de Desarrollo Social Patricio Torres fue denunciado por acoso sexual. Fue sumariado y presentó su renuncia. Fue recogido por el alcalde Ghyra en Quillón con un sueldo mayor al de una profesora con jornada completa. Se encargaba de informar el lugar del siniestro cuando sonaba la sirena de Bomberos. Pero Ghyra falleció y el nuevo alcalde lo sacó “de un viaje”. Ahora fue recogido por el alcalde de Quirihue. Quizás la solidaridad política también permita que el compañero Monsálvez termine ejerciendo en el CESFAM de alguna comuna semi olvidada.
Mientras ordenaba estas notas, sentí un resuello maligno en mi nuca que erizó los pocos cabellos que me quedan. Era mi suegra intruseando en mis apuntes. Me amenazó con la ira de sus amigas si las publicaba. Después -muy irritada- mordió a mi viejo perro Rottweiler, y se marchó. No ha sido lo peor de la semana. Resulta que la moda impuesta por mujeres que se meten en política -cuando son desplazadas de este campo de ingresos- es que se van a Only Fans a mostrar el cutis. Sólo queda esperar que la Matthei, o la Bachelet no vayan a perder una elección.
* Por Jorge Retamal Villegas