La Región del Biobío, históricamente ligada a la industria pesada, ha vivido un proceso de transformación marcado por la evolución de su matriz productiva. Desde los inicios de la industrialización en Chile, caracterizada por la explotación de recursos naturales y la producción en masa, la región se erigió como un centro clave, impulsado por la extracción de carbón, la producción de acero y la construcción naval entre otras industrias que que han aportado de manera significativa al progreso de la región.
Sin embargo, el modelo industrial tradicional, basado en la explotación intensiva de recursos, ha generado externalidades negativas para el medio ambiente y la sociedad. La contaminación ambiental, la degradación de los ecosistemas, la precarización laboral y la desigualdad social en el acceso a bienes públicos y marcada por la territorialidad se convirtieron en desafíos que demandan una reorientación del modelo industrial lineal y transitar hacia uno de doble y triple impacto actualizando y elevando los estándares hacia la producción verde e impulsando con fuerza industrias emergentes como la producción de hidrógeno verde o consolidandonos como una potencia energética en la producción de energías renovables no convencionales en que la región ya cuenta con un importante crecimiento.
En este contexto, surge la necesidad de una transición que logre equilibrar un modelo de doble y triple impacto, que integre variables sociales y ambientales a la lógica productiva. Esto implica un cambio de paradigma, donde la sostenibilidad se convierte en un elemento central, y las empresas asumen la responsabilidad de generar valor no solo económico, sino también social y ambiental.
El crecimiento económico es determinante del progreso entendido como mejora de la condición humana. Y el sutil equilibrio entre el impulso al cambio de una economía lineal a una de doble y triple impacto, orientada al bien común, requiere de destrabar inversión y ofrecer siempre un clima de certeza jurídica y estabilidad institucional, que permitan proteger e impulsar el desarrollo de nuestra industria y actualizarla, elevando sus estándares sociales y ambientales a los nuevos paradigmas, siempre entendidos como forma de incorporar valor, mejorar su competitividad e impulsar con fuerza un crecimiento sostenible en el tiempo y de amplio impacto en la vida de las personas que habitan la región. El Biobío se encuentra en un punto crucial para implementar esta transformación. La región cuenta con un enorme capital social, una rica biodiversidad y un potencial que pueden ser aprovechados para desarrollar una industria más sostenible.
Elementos claves para la transformación industrial:
— Diversificación de la matriz productiva: Incentivar la innovación y el desarrollo de nuevas industrias como las energías renovables, la biotecnología, la economía circular y el turismo sostenible.
— Desarrollo de cadenas de valor sostenibles: Promover la agricultura ecológica, la pesca responsable y la producción de bienes y servicios que minimicen su impacto ambiental.
— Integración social: Fomentar la participación de las comunidades locales en la toma de decisiones y la creación de oportunidades laborales dignas.
— Avanzar en trazabilidad y certificación: Las economías verdes y circulares, entre otras tiene un enorme potencial económico y capacidad para lograr dotar a nuestra industria de mayor competitividad, de ahí que es preciso instalar las capacidades para certificar trazabilidad de H2O, Carbono, residuos, etc..con el apoyo de nuestras universidades para exportar productos certificados e impulsar políticas de reducción permanente de las huellas en nuestra producción para avanzar hacia sistemas productivos limpios y que aporten a los retos y urgencias globales.
— Adopción de tecnologías limpias: Impulsar la investigación y desarrollo de tecnologías que reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero y la contaminación.
— Fortalecimiento de la gobernanza ambiental: Implementar mecanismos de control y regulación para garantizar el cumplimiento de las normas ambientales.
— La transición hacia una industria de doble y triple impacto es un proceso complejo que requiere la participación de todos los actores: gobierno, empresas, sociedad civil y universidades. Es necesario generar políticas públicas que incentiven la innovación, la inversión y la colaboración entre los distintos sectores.
— Incorporar valor a la industria forestal: desarrollo de construcción avanzada en madera aportando a la reducción de la huella de carbono e incorporando valor al desarrollo de una industria que aún está en una fase primaria.
El Biobío, con su rica historia industrial, tiene la oportunidad de convertirse en un modelo de desarrollo y asumir liderazgo compatibilizando y haciendo converger las empresas del crecimiento económico y el desarrollo sostenible, orientados a la ética del bien común. Utilizando racionalmente los recursos que se requieren para satisfacer las necesidades del presente sin comprometer la disponibilidad para las futuras generaciones. Siempre sobre la base de los valores de la ilustración, con base en la razón, la ciencia, el humanismo y el progreso.
* Augusto Parra Ahumada