Los multifondos, la alineación de los astros: Aprendiendo a ser sacerdotes de un rito desconocido

Ha sido ocurrente desde el año 2000 y en especial desde el año 2003, observar en los medios de comunicación en general y en los especializados( incluyendo a los clásicos expertos),  que el rendimiento o las rentabilidades obtenidas en las bolsas de comercio tanto nacionales como extranjeras de los distintos fondos, a saber: primero el fondo 1 y fondos 2, y posteriormente los conocidos multifondos A, B,C,D y E, que operan a largo plazo. Los Multifondos dependen de los rendimientos bursátiles de los instrumentos financieros que se transan a diario; fundamentalmente se distinguen instrumentos de renta fija y variable.

Los instrumentos de renta fija se valorizan de acuerdo a la tasa de interés de mercado; si ésta sube, motivada por un alza de la tasa de instancia monetaria decretada por el Banco Central, cuyo objetivo sea provocar un ajuste monetario, el valor contable de los instrumentos de renta fija será menor, lo que provocará un efecto en el conocido fondo E. Por el contrario, la tasa de interés de mercado baja, el efecto es inverso. Los Multifondos dependen exclusivamente del mercado y de la inversión en instrumentos de renta fija y variable, que se realice con los ahorros obligatorios provenientes de las cotizaciones de los afiliados. Este sistema en el largo plazo puede generar buenos resultados para los cotizantes de las AFP.

“La posibilidad de invertir en una cartera de inversiones cuyo riesgo está asociado al horizonte de inversión del afiliado, permite elevar el valor esperado de la pensión de éste, lo cual aumenta la eficiencia con la que el Sistema de Pensiones logra su objetivo fundamental, que es el de entregar a sus afiliados un ingreso que permita reemplazar en forma adecuada a aquel que obtenían durante su vida activa. La creación de un sistema de Multifondos permite a los afiliados lograr una distribución de cartera más acorde a sus preferencias y necesidades, en cuanto a riesgo y rentabilidad. Los afiliados pueden tener distintas preferencias en relación a la composición del portafolio de sus Fondos de Pensiones, que se reflejan en distintos grados de aversión al riesgo. La creación de Multifondos permite el ejercicio de las preferencias por parte de los afiliados, generando un aumento de su bienestar. A modo de ejemplo, afiliados más jóvenes deberían poder optar por un Fondo de Pensiones con un mayor nivel de riesgo y retorno esperado, de forma tal de aumentar el valor esperado de su pensión, mientras que afiliados de mayor edad o ya pensionados, deberían poder optar por un Fondo de mínimo riesgo, de forma tal de minimizar las fluctuaciones en el valor de su pensión” Eso se extrae en el mensaje del ejecutivo, revisando la historia de la ley.

Inversión de los Fondos:

Las posibilidades de elección de los afiliados están relacionadas de acuerdo a los porcentajes límites de inversión en instrumentos de renta variable de los ahorros previsionales, según el tipo de fondo en el que se encontraran. Estos son 48:
Fondo Tipo A: Tiene un límite máximo de 80% y un mínimo de 40%.
Fondo Tipo B: Tiene un límite máximo de 60% y un mínimo de 25%.
Fondo Tipo C: Tiene un límite máximo de 40% y un mínimo de 15%.
Fondo Tipo D: Tiene un límite máximo de 20% y un mínimo de 5%.
Fondo Tipo E: Tiene un límite máximo de 5%.

Después de la guerra se suele decir que es fácil ser general. La idea de los multifondos parecía ser buena, pero con el tiempo pocas dudas hay que ha sido un desastre. Y es que el resultado del modelo lo ha sido, porque la comentada acumulación del fondo y necesidad de diversificar esos cuantiosos recursos, no están alineados en función de entregar pensiones suficientes, susceptibles de medir, de evaluar y en consecuencia de mejorar en base a metas claras y definidas, carece de sentido y devela entonces que el objetivo principal, (subyacente) del modelo es que ha estado focalizado en mejorar el mercado de capitales, por sobre su foco declarado de otorgar pensiones, bajo un esquema de “Seguro Social”, es decir exentas de riesgo y predefinidas.

El modelo se implantó sin debate ni político, ni social, menos sindical, con las declaradas mejores intenciones del mundo de pagar mejores pensiones a las que obtenían las trabajadoras y trabajadores chilenos hasta comienzos del año 1981. A la luz de sus resultados, ha sido una completa aberración. Según algunos críticos el modelo y sistema de multifondos, llega a ser candoroso, como una visualización romántica del comportamiento y la racionalidad económica de las personas.

La cosmovisión de sus diseñadores respecto que cada individuo es el responsable exclusivo de su jubilación y reacciona siempre correctamente a los incentivos económicos, o es ilusa o es perversa. Tiene mayores visos de perversidad, toda vez que invocando aspectos queridos por las personas sencillas comunes y corrientes, que corresponden a principios y aspectos constitutivos esenciales de toda sociedad relacionados con derechos fundamentales básicos como son la libertad y el derecho de propiedad…  Y entonces aparece la desviación.

Las Administradoras de Fondos de Pensiones se convierten convenientemente así en simples instrumentos pasivos que canalizan o conducen la voluntad de las personas, precisamente ejerciendo estos derechos fundamentales como son la libertad y el derecho de propiedad. Esta particular visión de técnicos, expertos, y economistas de la parroquia, fascinados con su creación, apoyados en su pretendida competencia de fórmulas matemáticas y ecuaciones, a las que le atribuye la capacidad de explicar y predecir el comportamiento de las personas. El relato preferido era genial los dueños de los ahorros obligatorios, son seres racionales e informados y son libres para tomar sus decisiones, ellos como propietarios, como dueños deciden dónde y cómo invertir su ahorro previsional. “La mayor especialización de las inversiones generará un aumento en la eficiencia de la asignación de los recursos en la economía, con el consiguiente impacto positivo sobre las tasas de crecimiento de esta. Además, permitirá el desarrollo de administradores especializados y de la subcontratación de cartera”.

El optimismo y las bondades del nuevo modelo aparentaban ser irresistibles: “Asimismo, se generará un mayor incentivo para que los afiliados se informen acerca del desempeño de sus Fondos de Pensiones, imponiendo una mayor disciplina al administrador de estos”. Era un paso fundamental según los expertos proclives en el camino de obtener algo más de legitimidad del modelo de ahorro forzoso: “La posibilidad de elección de cartera, hará que los afiliados se sientan más partícipes en la Administración de sus Fondos”. Con todo lo anterior, era evidente que este era un buen proyecto: “Por lo tanto, la implementación de un Sistema de Multifondos está plenamente justificada en la medida que permite a los trabajadores acceder a mejores pensiones, y, por lo tanto, a un mejor nivel de vida durante su etapa de retiro”. La lógica detrás de todo lo anterior es, en el papel, perfecta. Los recursos son de los afiliados, que son personas adultas y racionales. Este sistema pone los estímulos para que actúe esa racionalidad, haciendo que los trabajadores se informen, se hagan responsables de sus fondos previsionales y decidan de manera correcta el tipo de fondo en el cual invertir. Los propios afiliados serán responsables de rentabilizar debidamente su ahorro previsional para contar con una jubilación que asegure su calidad de vida durante la vejez.

    Es posible percibir, que las AFP no son ni proactivas y lo que es peor no se divisa que tengan algún tipo de responsabilidad no tienen aquí ninguna responsabilidad proactiva en la obtención de pensiones suficientes. En esa época se crearon las condiciones para que las AFP hicieran lo mismo introduciendo la “novedosa y creativa“ rentabilidad mínima. No obstante su creatividad fue más allá y aquí está de muestra “un botón”: “Además, con el objeto de no aumentar la complejidad del Sistema para los afiliados y de no dificultar la labor del empleador, se mantiene la estructura actual de comisiones, proponiéndose que las comisiones que actualmente cobran las AFP sean uniformes para todos los afiliados, independientemente del Fondo que estos elijan”. (eso derechamente es contrabando ideológico). Existen diversos estudios, que dan cuenta de una especie de analfabetismo funcional, una baja comprensión de lectura, según “educación2020”, una propia encuesta socio laboral del Centro de Microdatos de la Universidad de Chile, señaló que 34,3 % de los afiliados conoce el monto de su cotización en una AFP, un 1,7% conoce el monto de la comisión fija, un 2,1 % conoce el monto de la comisión variable y el 21, 6 % sabe el monto de su saldo acumulado en su cuenta individual.

     Hemos escuchado en estos meses declaraciones de ex autoridades y dirigentes gremiales de la industria de AFP, en el sentido que para que los afiliados obtengan mejores pensiones, es fundamental también “mejorar su educación previsional” ¿No será mucho?

* Guillermo Rioseco Flores, Abogado