En un acto de barbarie sin precedentes, tres carabineros fueron asesinados a sangre fría en la localidad de Antiquina, región del Biobío. Las autopsias revelaron que los policías fueron acribillados con saña, recibiendo disparos en el rostro y el pecho antes de ser incinerados en la parte trasera de su propia camioneta.
Todo comenzó la madrugada del sábado cuando los carabineros Carlos Cisterna Navarro, Sergio Arévalo Lobo y Misael Vidal Cid acudieron al domicilio de Carlos Edgardo Antihuen Riquelme para verificar el cumplimiento de medidas cautelares en su contra por un caso de infracción a la ley de armas y drogas. La trayectoria de la patrulla policial -sin ningún tipo de apoyo, sin escolta, sin nada más que el el vehículo mínimamente blindado- pudo haber sido utilizado por los atacantes para planificar el crimen.
Los carabineros se dirigieron al sur por la ruta principal que une Cañete con Tirúa, para luego tomar un camino interior que los llevaba al domicilio de Antihuen. En esa zona, la señal telefónica, de internet e incluso radial es prácticamente inexistente, lo que también pudo ser aprovechado por los criminales para evitar que las víctimas pudieran comunicarse.
A poco más de seis kilómetros por esa vía, los carabineros descendieron de la patrulla blindada al llegar a un portón que les impedía seguir avanzando. Fue entonces cuando fueron emboscados y ejecutados sin piedad. Las investigaciones no han revelado detalles del desarrollo exacto de los hechos, pero sí han dejado claro que no hubo enfrentamiento alguno. En el lugar del crimen se encontraron casquillos balísticos y restos de sangre.
Tal como lo había adelantado el fiscal nacional Ángel Valencia, las autopsias descartaron la teoría inicial de que los carabineros hubieran sido quemados vivos. Los resultados revelaron que:
- Carlos José Cisterna Navarro falleció por un disparo en el tórax.
- Sergio Antonio Arévalo Lobo murió a causa de varios disparos en diferentes partes del cuerpo.
- Misael Magdiel Vidal Cid recibió un disparo en la cara que atravesó su cráneo y dañó su cerebro.
Además de asesinar a los carabineros, los criminales sustrajeron dos subametralladoras Uzi, municiones y los chalecos antibalas de las víctimas. Hasta el momento, ningún grupo radical se ha adjudicado el atentado.
Tras consumar el crimen, los atacantes condujeron la camioneta policial hasta el sector Quilaco Bajo, en las cercanías del lugar más poblado de Antiquina, donde la dejaron cruzada en medio del camino. Luego, cargaron los cuerpos en la parte trasera del vehículo y le prendieron fuego. Antes de huir, efectuaron disparos al aire, descritos por testigos como «ráfagas», y se presume que podrían haber sido las mismas armas robadas a los carabineros.
Quienes conocen el terreno sostienen que el lugar elegido para dejar la camioneta no fue casual, ya que en las cercanías existen múltiples vías de escape con caminos interiores que facilitaron la huida de los asesinos.
Este atroz crimen ha conmocionado a todo el país y ha generado una profunda indignación. Las autoridades se encuentran trabajando arduamente para identificar a los responsables y llevarlos ante la justicia. La comunidad exige respuestas y un castigo ejemplar para los autores de este crimen que enluta a la institución de Carabineros y a toda la sociedad chilena.