Chile es una de las economías más abiertas del mundo, cuyo impacto de su intercambio comercial asciende a prácticamente el 59% de su producto interno bruto más de 187 mil millones de dólares sobre un PIB 317 mil millones de dólares. En efecto su diplomacia, la competitividad, confianza y capacidad de adaptación de sus sectores exportadores a los retos ambientales, sociales y sus certificaciones internacionales, la permanente incorporación y creación de valor, la innovación y desarrollo de sus industrias así como la definición estratégica de sus áreas prioritarias es de la esencia de las posibilidades de alcanzar el desarrollo y estimular el progreso.
En esa lógica, la observancia de ciertos principios para capitalizar los aportes del libre comercio cobran singular importancia.
1. **Promoción del crecimiento económico:** El libre comercio fomenta el crecimiento económico al permitir que los países se especialicen en la producción de bienes y servicios en los que tienen ventajas comparativas.
2. **Mayor eficiencia:** Al eliminar barreras comerciales como los aranceles y las cuotas, el libre comercio promueve la eficiencia al permitir que los recursos se asignen de manera más óptima.
3. **Mayor competencia:** La competencia derivada del libre comercio estimula la innovación, reduce los precios y mejora la calidad de los bienes y servicios.
4. **Aumento de las oportunidades de empleo:** El libre comercio puede generar nuevas oportunidades de empleo al aumentar la demanda de ciertos bienes y servicios.
5. **Reducción de la pobreza:** Al promover el crecimiento económico y la eficiencia, el libre comercio puede contribuir a reducir la pobreza al expandir las oportunidades económicas.
En el caso de Huachipato, y considerando su importancia para la región, se ha extrañado una mirada prospectiva y definiciones estratégicas oportunas que contribuyan a resguardar una industria importantísima para la construcción, la minería, el empleo y la estabilidad de la Región del Biobío, considerando el valor no sólo de su aporte en la producción de acero de calidad certificada, sino también uno social y cultural. Sin duda, respecto de los análisis económicos que sustentaban las solicitudes de salvaguarda del 25% y de la argumentación que sostiene el 15% que habría recomendado la comisión antidistorsiones, no se pude dejar de considerar algunas de las amenazas de las salvaguardas, especialmente para mercados pequeños como el nuestro:
1. **Riesgo de proteccionismo:** Las salvaguardas pueden utilizarse de manera abusiva para proteger a las industrias nacionales de la competencia extranjera, lo que podría desencadenar una escalada de medidas proteccionistas.
2. **Distorsión de los precios:** Al imponer salvaguardias como aranceles o cuotas, se distorsionan los precios y se dificulta la asignación eficiente de recursos.
3. **Retraso en la innovación:** Las salvaguardas pueden desincentivar la innovación al proteger a las empresas nacionales de la competencia, lo que limita la presión competitiva que impulsa la mejora continua.
4. **Posible represalia:** El uso excesivo de salvaguardas por parte de un país puede provocar represalias por parte de sus socios comerciales, lo que podría desencadenar una guerra comercial perjudicial para todas las partes involucradas.
Me atrevo afirmar, entonces, que es tiempo de definir nuestras industrias estratégicas y acompañarlas desde la colaboración público privada para generar ecosistemas de innovación que permitan mejorar nuestra competitividad siempre en forma oportuna. Y sin descartar las salvaguardas siempre como última ratio, es tiempo de diplomacia internacional y comercial, para ofrecer una respuesta coherente con los principios que sustentan el progreso a los habitantes de la región del Biobío.
* Augusto Parra Ahumada, presidente Regional (P) Amarillos por Chile, Región del Biobío