El Planeta a merced de una tormenta geomagnética Grado 4 Severa, la segunda más alta

La Tierra se encuentra actualmente en medio de una tormenta geomagnética severa desencadenada por una eyección de masa coronal directamente dirigida hacia nuestro planeta desde el Sol. Este acontecimiento ha elevado las alarmas del Centro de Predicción del Clima Espacial (SWPC) de la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica (NOAA), que ha estado vigilando el fenómeno y emitiendo advertencias desde el pasado sábado. Los efectos de este evento espacial son diversos, abarcando desde la posibilidad de avistar auroras boreales en latitudes inusuales hasta potenciales perturbaciones en las redes de comunicaciones y sistemas de navegación.

Una eyección de masa coronal (CME), o radiación, es una intensa expulsión de plasma y material magnético desde el Sol, que puede alcanzar la Tierra en un lapso de tan solo 15 a 18 horas. Bill Murtagh, coordinador de programas del SWPC, describió este fenómeno como básicamente «el Sol lanzando un imán al espacio». Esta ocurrencia ha generado intensos debates y seguimiento científico debido a su capacidad para interactuar con el campo magnético terrestre, dando lugar a las espectaculares auroras boreales al interactuar con las moléculas de oxígeno y nitrógeno en los polos.

Sin embargo, las repercusiones de estas tormentas van más allá de los fenómenos luminosos. La capacidad de las tormentas geomagnéticas para interferir con las operaciones satelitales, los sistemas de navegación, las comunicaciones y la red eléctrica ha sido motivo de especial atención. La NOAA clasifica la intensidad de estas tormentas en una escala del G1 al G5, siendo el G5 el nivel máximo que podría extender las auroras hasta latitudes tan al sur como Florida y el sur de Texas. La tormenta de este fin de semana es catalogada como una tormenta geomagnética severa G4.

Según la científica Delores Knipp, profesora de investigación en el Departamento de Ciencias Aeroespaciales de la Universidad de Colorado Boulder, es crucial emitir alertas ante una actividad solar significativa para prevenir a los operadores de sistemas críticos. La actual tormenta geomagnética representa una de las mayores perturbaciones en el campo magnético terrestre, con «variaciones de intensidad que van desde niveles inferiores hasta condiciones severas durante el evento». Aunque inicialmente se esperaba que alcanzara niveles G2 («moderados») y G3 («fuertes»), la situación escaló rápidamente, superando las expectativas de investigadores y científicos.

El interés público se centra en la posibilidad de observar auroras boreales en regiones inusuales como Alabama y el norte de California. Eric Snitil, meteorólogo jefe de Nexstar’s WROC, señaló que «es posible que las mejores condiciones se pierdan en Estados Unidos debido a que todavía es de día». A pesar de la frustración por la coincidencia del evento con las horas diurnas, existe la esperanza de que, con la continuación de la tormenta hasta la noche, las oportunidades de avistamiento mejoren.

Mirando hacia el futuro, este evento se enmarca en el pico del Ciclo Solar 25, un período de aproximadamente 11 años durante el cual el Sol invierte sus polos norte y sur. Estos ciclos solares son cruciales para comprender la frecuencia y la intensidad de las tormentas geomagnéticas, lo que indica que podríamos estar ingresando en un período de mayor actividad solar y, por lo tanto, de eventos espaciales más impactantes.

Las tormentas geomagnéticas, que representan importantes perturbaciones de la magnetosfera terrestre, se producen cuando la energía del viento solar se transfiere eficazmente al entorno espacial que rodea la Tierra. Estos fenómenos ocurren debido a variaciones en el viento solar que provocan cambios significativos en las corrientes, plasmas y campos dentro de la magnetosfera del planeta. Los períodos prolongados de viento solar de alta velocidad y, especialmente, un campo magnético solar dirigido hacia el sur (opuesto al campo de la Tierra) en el lado diurno de la magnetosfera, son condiciones propicias para la transferencia de energía del viento solar a la magnetosfera terrestre.

Durante estas tormentas, se generan corrientes intensas en la magnetosfera, así como cambios en los cinturones de radiación y en la ionosfera. Esto incluye el calentamiento de la ionosfera y la región de la atmósfera superior conocida como termosfera. Las corrientes generadas tanto en la magnetosfera como en las corrientes de alineación de campo, que se conectan con intensas corrientes en la ionosfera auroral, provocan grandes perturbaciones magnéticas. Estas corrientes y las desviaciones magnéticas que producen en la superficie terrestre se utilizan para generar un índice de perturbación geomagnética planetaria llamado Kp. Este índice es la base para una de las tres Escalas de Clima Espacial de la NOAA, la Escala G o Escala de Tormenta Geomagnética, empleada para describir el clima espacial capaz de interferir con sistemas en la Tierra.