Colectivo de mujeres recordó, con danzas afrodescendientes, la ruta de esclavos ahorcados en la Plaza de la Independencia de Concepción en 1805  

Si usted tuvo la oportunidad este domingo de pasar por la calle Rengo, entre General Cruz y Las Heras, disfrutó del sonido de tambores, cantos y danzas, que correspondían a una convocatoria de mujeres de todo el país, luciendo coloridos trajes típicos utilizados por las esclavas africanas hace unos siglos. Éste es un colectivo cuya finalidad ha sido cultivar los ritmos afrodescendientes de Chile, como es el caso de El Tumbe, una danza del norte chileno, principalmente de la Región de Arica y Parinacota. El ritmo de tumbe es una coreografía de la época colonial, que fue traída por esclavos africanos al Valle de Azapa durante la colonia española.

Claudia Parra, cantora de la agrupación y alumna tambor, señaló que se convocaron en la ciudad de Concepción, capital de la Región del Biobío, con la intención de crear un “punto de memoria” de herencia africana, recordando que el año 1805, en la Plaza de la Independencia, fueron llevados a la horca 8 esclavos senegaleses, quienes habían originado un motín a bordo del barco “Prueba”, que los transportaba desde Valparaíso al Virreinato del Perú. 

Tras la ejecución de estos hombres, sus cuerpos fueron trasladados hasta la Laguna de “Los Negros” -ubicada en la intersección de las calles General Juan de la Cruz y Rengo-  donde fueron lanzados al agua y abandonados. Resaltó Parra que éste es precisamente un punto de memoria para relevar su camino desde la horca hasta la laguna, y consecuencialmente rescatar el patrimonio del pueblo tribal afrodescendiente chileno. Este triste episodio en nuestra historia, a juicio de Claudia Parra, ha sido reconocido después de largos 22 años de lucha. Ello les ha permitido -dijo- recuperar los patrimonios materiales, inmateriales y naturales del pueblo, en todas las regiones de Chile. Agregó, finalmente, que esta agrupación es autogestionada para realizar la reivindicación política de los pueblos a través de la danza, así como la reivindicación de las luchas y el tambor, sirviendo también, de manera fundamental, como una herramienta social indispensable. (Informe de Óscar Fonseca Grandón)