La Región del Biobío registró -en el quinquenio 2017-2022-una disminución de un 11,4% en el índice de natalidad, con un total de 18.586 nacimientos menos. En tanto, la Región de Ñuble disminuyó un 7,5: 5.185 nacimientos no concretados.
En todo caso, ambas regiones se sitúan por debajo del promedio nacional, que alcanzó una caída mayor al índice país y que fue del 13,6% en el mismo periodo.
La Región de Magallanes, con una baja de un 18,4%, es la que presenta la mayor disminución en nacimientos a nivel nacional. Le siguen Atacama y el la Metropolitana, con un 17,1%, ambas comparten el tercer lugar.
Santiago, con 94.286 nacimientos, es la que presenta el mayor número de no nacidos, pero también es la región con mayor población de Chile. La estadística fue entregada por el servicio de registro civil e identificación.
Expertos señalan que la baja en la natalidad es una tendencia que el país viene arrastrando desde hace tiempo. Las cifras que reportan las estadísticas oficiales ya son inequívocas: la tasa global de fecundidad llegó a su mínimo histórico, alcanzando a 1,3 hijos por mujer, la más baja desde que se tengan registros.
Se trata de una realidad muy distinta a la que había en los años 60, donde en promedio las mujeres tenían cinco hijos. El que hoy se registre una cifra tan baja no solo anticipa que el país se irá envejeciendo cada vez más aceleradamente, sino que además supone que el número de habitantes debería comenzar a decrecer.
Chile está siguiendo las tendencias que se observan en países más desarrollados. Detrás del fenómeno hay distintos factores, que pueden ir variando según la realidad de que se trate.
En Chile, uno de los factores que se ha identificado es el alto costo esperado en la educación de los hijos, lo que hace difícil proyectar hogares con más de dos hijos. También es un hecho que las mujeres están teniendo hijos mucho más tarde que en décadas anteriores, y la realización profesional de la mano de la inserción laboral también retrasa la maternidad.
La caída en la natalidad y una de sus secuelas más evidentes, como la posibilidad de contar con una fuerza de trabajo joven, en el caso de Chile ha podido ser compensada por la llegada de una enorme cantidad de inmigrantes, muchos de ellos jóvenes. Pero esto no puede estimarse que seguirá ocurriendo tal cual en los años venideros, por lo que es razonable pensar en políticas públicas que cuando menos aseguren una tasa de reemplazo y una razonable tasa de crecimiento de la población.