La Dra., Patricia Arancibia de la Universidad del Biobío en Concepción, desarrolla un estudio sobre un musgo que en realidad se trata de un regulador global de temperatura, con propiedades antibacterianas y antifúngicas. El musgo recibe la denominación científica de Sphagnum, también conocido como pompón, por los residentes cercanos a los cuerpos de agua donde habita. Se encuentra en el sur de Chile, desde Valdivia hasta Puerto Williams, y lleva consigo el potencial de convertirse en una valiosa fuente de beneficios para la salud humana y de protección contra el cambio climático.
Los análisis han llevado a la profesora Arancibia a indagar en las microalgas de cuerpos de agua dulce de la región. Su trabajo nos adentra en un mundo microscópico lleno de secretos y posibilidades que abarcan desde lo beneficioso hasta lo peligroso. Pero, Patricia Arancibia Ávila, ficóloga de la Universidad del Bío-Bío. Se abre en una ventana nueva. La ficología, es una disciplina que se dedica al estudio de las algas, cuenta con un número limitado de investigadores.
Concretamente estudia el musgo Sphagnum. Aunque es considerado un recurso mineral debido a su potencial como combustible, el Sphagnum, posee una importancia mucho mayor.
«El musgo Sphagnum es un recurso natural único que tiene un gran potencial para el desarrollo sostenible», señala la Dra. Arancibia Ávila. «Sus propiedades antibacterianas y antifúngicas lo convierten en un candidato ideal para el desarrollo de nuevos productos farmacéuticos y cosméticos. Además, su capacidad para almacenar carbono lo convierte en una herramienta valiosa para la lucha contra el cambio climático».
También Patricia Arancibia, junto a la estudiante Pamela Jara, está descubriendo la ecología y distribución de microorganismos protistas en las costas chilenas. Estos diminutos seres son de fácil cultivo y albergan valiosos tesoros bioquímicos, entre ellos el escualeno, un componente esencial para las vacunas. Patricia y su equipo han tenido éxito en la extracción de escualeno a partir de estos microorganismos, su escalamiento podría evitar la necesidad de dañar tiburones, que es la fuente original de este compuesto y de donde proviene su nombre.
«Los protistas son un grupo de organismos muy diversos que desempeñan un papel fundamental en los ecosistemas», explica la Dra. Arancibia Ávila. «Su potencial para la producción de biocombustibles y otros productos de interés biotecnológico es enorme».
Otra área de investigación crucial de Patricia se centra en la biodiversidad de microalgas en los cuerpos de agua dulce de la región de Ñuble. Esta investigación cobra relevancia a medida que algunas de estas microalgas pueden causar problemas a la piel y, en casos extremos, incluso dañar otros órganos amenazando la salud pública. Patricia enfatiza la necesidad de aumentar la vigilancia tanto de la presencia de microalgas como de los parámetros físico-químicos en los cuerpos de agua dulce urbanos, ya que cualquier desequilibrio podría agravar la frecuencia e intensidad de los problemas para la salud humana y el medio ambiente.
«Las microalgas son seres vivos complejos que pueden ser beneficiosos o perjudiciales para el ser humano», señala la Dra. Arancibia Ávila. «Es importante comprender su diversidad y comportamiento para poder prevenir los riesgos que pueden representar».
Patricia, con su eterna curiosidad, enfatiza la importancia de incentivar en los jóvenes el interés por la ciencia y la investigación. La pandemia global ha demostrado cómo la ciencia puede salvar vidas y resolver problemas de manera rápida y efectiva. La ciencia, según Patricia, es una fuente inagotable de asombro y esperanza para la humanidad.
«La ciencia es una herramienta poderosa que podemos utilizar para mejorar nuestro mundo», concluye la Dra. Arancibia Ávila. «Es importante que los jóvenes se apasionen por la ciencia y la investigación para que podamos construir un futuro mejor».