La minera canadiense Aclara Resources, en la que participa el grupo peruano Hochschild, ha reformulado su proyecto de tierras raras en Penco, en la Región del Biobío. La compañía decidió dividir el proyecto en dos iniciativas, una primera que se presentará al Sistema de Evaluación Ambiental (SEA) entre enero y marzo de 2024, y una segunda que se estudiará a nivel conceptual durante ese mismo año. La fragmentación, de acuerdo a la empresa, obedece a impedir dañar el bosque nativo.
El primer estudio de impacto ambiental (EIA) cubrirá aproximadamente los cinco primeros años de vida útil del proyecto y abarcará tres zonas de extracción (Victoria Norte, Luna y Maite); una zona de disposición (Neptuno) y las instalaciones operativas del mismo. El inicio de la producción está proyectado para el segundo trimestre de 2027.
El objetivo principal del rediseño del proyecto es disminuir al máximo los efectos asociados al bosque nativo. Aclara Resources ha informado a sus inversionistas que su objetivo es operar en terrenos que no contengan bosques nativos. Esto se debe a que la tramitación ambiental del proyecto fue terminada de forma anticipada por el SEA en julio de este año, debido a que la compañía no detectó seis ejemplares de la especie citronella mucronata, o “naranjillo”, aunque sí encontró medio millón de árboles de otras especies.
Por su parte, Nelson Donoso, gerente general de Aclara Biobío, afirmó que “la nueva estrategia refleja nuestro compromiso de abordar las observaciones planteadas por los organismos sectoriales y el SEA”. Agregó que “dadas las limitaciones impuestas por el naranjillo encontrado en la futura zona de disposición llamada Júpiter, la compañía explorará alternativas con el fin de encontrar la mejor solución en ese sector”.
El rediseño del proyecto de Aclara Resources, permitiría en el segundo EIA considerar un aumento en la capacidad de la planta productiva.
El plan de tierras raras en Penco, originalmente poseía una inversión de US$ 130 millones y cuya tramitación ambiental fue terminada de forma anticipada por el Sistema de Evaluación Ambiental (SEA) del Bío Bío hace casi tres meses.