La generación Z, nacida entre mediados de la década de 1990 y aproximadamente el 2012, enfrenta una serie de desafíos en su salud mental. Son jóvenes que han crecido en un mundo marcado por la crisis económica, el cambio climático, el consumo, la violencia, estallido social, excesivo uso de las tecnologías y la pandemia de COVID-19.
Un reciente estudio reveló que estos factores han afectado su bienestar psicológico, provocando altos niveles de ansiedad, depresión y otros trastornos mentales.
En Chile, según datos del Ministerio de Salud, la segunda causa de muerte en adolescentes es el suicidio. Además, el 95% de los accidentes en esta población está vinculado al consumo de sustancias, sobre todo alcohol.
Los Problemas
Expertos internacionales explican que los jóvenes de la generación Z presentan las siguientes problemáticas:
Baja tolerancia a la frustración: Los jóvenes de hoy han crecido en un mundo donde todo es inmediato y fácil de conseguir. Esto les ha llevado a tener una baja tolerancia a la frustración, lo que puede desencadenar problemas de ansiedad y depresión.
Depresión y ansiedad: La pandemia de COVID-19 ha tenido un impacto significativo en la salud mental de los jóvenes. El aislamiento social, la incertidumbre y el miedo al contagio han aumentado los niveles de ansiedad y depresión en esta población.
Trastornos de conducta alimentaria: Los trastornos de conducta alimentaria, como la anorexia y la bulimia, también son más comunes en la generación Z. Estos trastornos pueden estar relacionados con la baja autoestima y la búsqueda de la perfección.
Consumo de sustancias: El consumo de alcohol, tabaco y otras drogas es más común en la generación Z que en generaciones anteriores. Este consumo puede estar relacionado con el estrés, la ansiedad y la depresión.
Cómo ayudarlos
Los mitos y el estigma en torno a la salud mental hacen que muchas veces no se acuda a pedir ayuda adecuada y profesional cuando se notan estos signos o síntomas. Sin embargo, la consulta en algunos casos es esencial.
Los investigadores sostienen que estas categorías de generación Z o centennials permiten entender cómo las características de época afectan a los niños, niñas, adolescentes y jóvenes, que son los más vulnerables.
Para superar estas problemáticas de salud mental es fundamental hablar del tema con las personas cercanas en las que el joven confíe. En caso de no contar con esa posibilidad, se debe acercar a espacios institucionales para solicitar asesoría; centros de salud comunitarios o privados; prestadoras de salud; instituciones educativas de pertenencia; lugares de trabajo; organizaciones barriales, etc.
El apoyo familiar es fundamental porque es el primer núcleo de contención. El tema es que la familia sepa y tenga herramientas para apoyar de forma adecuada al joven. Por supuesto, en la adolescencia hay un período donde se confronta con las figuras paterna y materna, independientemente del género que tengan, y se busca la aprobación de los padres y del grupo. Esa identificación con el grupo de pares por sus semejanzas, y diferenciación de los adultos son las que van a dar la contención y también acompañar en ese proceso. Vemos un aumento de las consultas por ansiedad y depresión cada vez a más temprana edad, por lo que es fundamental estar alertas para contener y pedir ayuda profesional.