Según el último reporte del Banco Central, el Índice Mensual de Actividad Económica (Imacec) de julio de 2023 creció 1,8% en comparación con igual mes del año anterior. En términos desagregados esta alza fue liderada por el aumento de 3,9% de los servicios (particularmente educación), seguido por el incremento de 3% de la producción de bienes (donde destaca generación eléctrica). Menos positivo resultó la evolución de la actividad comercial, la que experimentó una disminución de 2,5% explicada principalmente por la caída en las ventas de supermercados y tiendas del retail.
La evolución del Imacec nos permite estimar el desempeño a nivel agregado de la economía de nuestro país. Cada vez que usted compra sushi, por ejemplo, el gasto que realiza representa ingreso para el comercio que lo vende. El dueño del local de sushi utiliza este ingreso para pagar los insumos necesarios para elaborar sushi (donde se incluye la mano de obra), y para pagarse a sí mismo por el tiempo y esfuerzo que significa manejar un local como este. Estos pagos, a su vez, gatillan procesos similares con sus proveedores, y así la renta fluye de forma circular en la economía. Por tanto, cada vez que nuestro gasto (nuestras compras) aumenta también lo hacen los incentivos de los comerciantes y productores, aumentando así el producto agregado de la economía. Esto tiende a incentivar positivamente el empleo, aunque también puede presionar al alza el nivel general de precios de la economía.
En base a lo anterior, ¿cómo deberíamos interpretar el aumento de 1,8% interanual experimentado por el Imacec? De forma positiva, pero cautelosa. Esto porque parte de este aumento se debe a la baja base de comparación (el valor de este índice en julio de 2022 fue 100.9 mientras que en julio de 2023 fue de 102.7, lo que resulta en una variación interanual de 1,8%). Por ejemplo, si repetimos este ejercicio, pero ahora usando los valores de junio 2022 (106.7) y junio 2023 (105.9) nos encontraríamos con una variación interanual de -0,75%. También existen factores transitorios como el cambio en la composición en la generación eléctrica, que favoreció la generación hidroeléctrica como consecuencia de las intensas lluvias de junio.
Sin embargo, el dato que pone cautela lo aporta la caída evidenciada por la industria manufacturera (que retrocedió un 0,5%), y la ya mencionada caída en la actividad comercial. Respecto a la industria manufacturera esta caída interanual se viene repitiéndo desde marzo, lo cual evidencia la fragilidad de un sector importante para nuestra economía. En el caso de la actividad comercial, durante el 2023 este sector no ha experimentado variaciones interanuales positivas, lo que da cuenta de un escenario delicado para un sector que en el 2022 representó aproximadamente un 10,6% del valor total de mercado de todos los bienes y servicios finales producidos en el país (PIB).
¿Qué deberíamos esperar en el futuro inmediato? Una economía que continuará frágil, que deberá enfrentar elementos externos poco favorables, un mercado laboral golpeado y un gasto interno débil (recuerde que, si su gasto aumenta, también lo hará la producción). Sin embargo, las esperadas bajas de las tasas de interés del Banco Central sumado al hecho que esta alza de 1,8% en el Imacec superó las expectativas del mercado, ponen una luz de esperanza y nos invitan a buscar y trabajar por condiciones que favorezcan una pronta y más rápida recuperación de nuestra alicaída economía.
* Cristián Troncoso Valverde, investigador Facultad de Economía y Negocios, Universidad Andrés Bello