
La icónica marca de vehículos de lujo Rolls Royce, reconocida por sus vehículos de alta gama, amplió su horizonte hace ya cuatro décadas al aventurarse en la producción de motores para aviones, dando vida a Rolls Royce Aircraft Engines. En la actualidad, esta gigante empresa tiene en la mira un nuevo horizonte: la creación de motores eléctricos. La clave para lograr esta ambiciosa meta, según el director de la compañía, Paul Adams, radica en motores con una densidad de potencia excepcionalmente alta, lo que lleva directamente al uso de elementos pesados de tierras raras.
La apuesta de Rolls Royce en esta dirección los ha llevado hasta Penco, Chile. ¿La razón? Un proyecto minero que, en su opinión, podría cambiar las reglas del juego a nivel global. El proyecto de Tierras Raras en la comuna de Penco del Gran Concepción, no sólo tiene relevancia para la empresa, sino también para la Región del Biobío y el mundo entero.
Este interés se fundamenta en la posibilidad que ofrece de liberar a los países de la dependencia del suministro de tierras raras provenientes de China, un país que ha tejido una intrincada red política y económica que se extiende por todo el globo. Adams, quien también es parte de la junta directiva de Aclara Resources, la empresa detrás del proyecto en Penco, destaca que China controla aproximadamente el 90% de la producción mundial de tierras raras.
El motivo es claro para Adams, un ingeniero aeroespacial formado en la Universidad de Michigan. Para muchas naciones, es esencial contar con alternativas en elementos de tierras raras y no depender excesivamente de China. Esto se convierte en un factor crítico para garantizar la estabilidad económica y la seguridad tecnológica de diversos países.
No obstante, el proyecto minero en Penco no ha estado exento de desafíos. El proceso de evaluación ambiental fue detenido en julio pasado por el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA) del Biobío. Sin embargo, Aclara Resources no se da por vencida y tiene la intención de retomar la evaluación ambiental, apuntando a fines de 2023 o principios de 2024. Su objetivo está claro: contribuir a la diversificación de las fuentes globales de suministro de tierras raras, rompiendo los lazos de dependencia con China y asegurando un camino hacia un futuro más independiente y sostenible.