La alegoría al buen y mal gobierno, además de fascinante, nos ofrece siempre la posibilidad de una reflexión sobre nuestros gobiernos y nuestras sociedades, nuestras democracias, la convivencia colectiva y el ejercicio del Estado, en cuanto a sus prerrogativas inherentes a su ethos de garantizar y respetar los derechos fundamentales de la población con fundamento en la igualdad jurídica y democrática. Basada en una serie de pinturas creadas por los hermanos Lorenzetti en la ciudad de Siena, Italia, durante el siglo XIV. Estas pinturas, que se encuentran en el Palazzo Pubblico de Siena, representan visualmente los efectos del buen y mal gobierno en una sociedad.
La alegoría al buen gobierno muestra una escena idílica y armoniosa, donde se representa una ciudad próspera y en paz. En el centro de la obra se destaca una figura femenina, conocida como «La Comuna», que simboliza la ciudadanía y la justicia. A su alrededor, otras figuras alegóricas personifican los valores positivos del buen gobierno, como la paz, la prudencia, la fortaleza y la templanza. La composición de la pintura del buen gobierno refleja un orden cuidadosamente planeado. Se pueden observar edificios y arquitecturas bien construidas, campos verdes y gente trabajando de manera diligente. Esta visión utópica transmite la idea de que un buen gobierno es fundamental para el bienestar de la sociedad. Se destaca la importancia de la justicia, la ley, la observancia del estado de derecho y el equilibrio en la toma de decisiones políticas.
En contraste, la alegoría al mal gobierno presenta una imagen desoladora y caótica. Las figuras alegóricas del mal gobierno personifican la tiranía, la injusticia, la discordia y la crueldad. Los edificios están en ruinas, las calles son oscuras y la gente se encuentra atemorizada. Esta representación visual muestra los efectos negativos de un gobierno corrupto y opresivo, donde la sociedad sufre debido a la falta de equidad, justicia y el ejercicio del poder discrecional y arbitrario. Las pinturas de los hermanos Lorenzetti trascienden su contexto histórico y aún hoy en día nos hacen reflexionar sobre la importancia de un buen gobierno para el bienestar de una sociedad. Nos recuerdan que el estado de derecho, la justicia, la prudencia y la armonía son elementos fundamentales para garantizar la estabilidad y el progreso de una comunidad.
En efecto, la alegoría al buen y mal gobierno de los hermanos Lorenzetti en Siena proporciona una representación poderosa de los efectos del gobierno en una sociedad. A través de sus pinturas, nos invitan a reflexionar sobre la importancia de la justicia y la equidad en la toma de decisiones políticas y nos hacen cuestionar los impactos de un buen o mal gobierno en nuestras vidas. Para Noam Chomsky, «La discrecionalidad es el caldo de cultivo para la arbitrariedad y la corrupción»; Para Nelson Mandela «La discrecionalidad mal utilizada puede llevar a la corrupción y al abuso del poder»; Para Kofi Annan «La discrecionalidad sin rendición de cuentas adecuada es la semilla de la corrupción y la injusticia»; «La discrecionalidad irresponsable socava la confianza en las instituciones y genera corrupción» , Jimmy Carter; «La discrecionalidad utilizada sin responsabilidad es una invitación a la corrupción y al abuso de poder.» Robinson.
A raíz del denominado caso Fundaciones, en lo que concierne a los Gobiernos Regionales, a través de la Ley de fortalecimiento de los Gobiernos Regionales, promulgada en febrero de 2018 y el “Manual de la Nueva Estructura Presupuestaria Para los Gobiernos Regionales”, del año 2022, que flexibiliza las transferencias directas hasta las 7000 UTM, permitiendo su asignación discrecional con algunos controles administrativos y hasta 2500 UTM sin creación presupuestaria ni calificación técnica, podemos afirmar que desde el Gobierno y el Estado se ha dañado severamente el proceso de descentralización; se ha pervertido la democracia, propiciando el clientelismo y el caudillismo y se han sentado las bases para hacer de los incipientes Gobiernos Regionales, pese a los esfuerzos de muchos por convertirlos en agencias para el desarrollo, la equidad territorial y el progreso, en una triste “Alegoría al Mal Gobierno.”
Augusto Parra Ahumada, presidente de la Fundación República en Marcha.-